Clara López, en una entrevista reciente, sostuvo que los últimos tres gobiernos en Bogotá han transformado el modelo de ciudad, que no se arrepiente de haber trabajado con Samuel Moreno y que “Bogotá ha sido una isla social en un mar neoliberal”.
Es comprensible que como candidata del Polo defienda la posición ideológica de las últimas alcaldías, incluso que quiera vender la idea de unos avances sociales. ¿Acaso no es la democracia un sistema basado en la competencia por la preferencia de los votantes? Pero es imperdonable que sea incapaz de reconocer los desastres de la corrupción de la izquierda, en particular de la administración en que fue secretaria de Gobierno.
No hay peor forma de indolencia que desestimar todo el daño causado por el robo de los Moreno y mostrarse preocupada porque les vayan a “echar mano a la ETB y la EAB”. Pareciera que lo importante es mantener las premisas ideológicas, sin importar que se sepa, como ella lo debe saber, de la rapiña feroz que existe entre muchos cuadros y burócratas de izquierda cuando se trata de administrar el patrimonio público.
Cuando a uno le mencionan en una misma entrevista a Samuel Moreno y la palabra ‘isla’ se le vienen a la mente Barbados, Islas Caimán o cualquier otro paraíso fiscal. Pero los Moreno fueron solo el lobo que más comía de un bosque lleno de comadrejas. Desde adentro de ese gobierno, varios funcionarios honestos comentaban que la corrupción era generalizada a nivel de cualquier minucia disponible.
Cuando Clara López se llena el pecho hablando de la amenaza neoliberal, al tiempo que recibe el apoyo de personajes que todo el mundo sabe que solo están tras los puestos y el presupuesto, uno no puede menos que imaginarse qué hay detrás de su aspiración. Puede, incluso, que genuinamente se crea su naturaleza ‘social’ o ‘progresista’, como la quiera llamar, pero al final todo se trata de la conformación de una casta de dirigentes de izquierda que, presumiendo de una moral superior por ser los únicos que de verdad gobiernan en nombre de los excluidos, usan el poder como un medio para llenar sus vanidades, su codicia material y sus aspiraciones de un estatus social superior.
Hasta que no explique bien cómo va a evitar que se repita la rapiña de la administración Moreno, va a ser difícil creer que una alcaldía de López va a ser algo distinto al reino de una casta indolente de arribistas de izquierda.
Gustavo Duncan
El Tiempo, (Bogotá). Mayo 21, 2015
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