Prohibido hablar de Economía

El gobierno le rehuye a los temas económicos. Como dirían en el barrio, tiene la colita sucia. Y no quieren darle chances a sus opositores políticos. El gobierno insiste en dar una imagen en la que todos estamos felices y esperanzados. La Presidenta sabe que son temas que pueden ensuciar a su candidato. El mismo que la protegerá en el futuro, a ella y a su familia, de presiones judiciales que ya están en el candelero.

Entonces recurre a montajes y escenarios teatrales preparados al efecto: en los próximos días anunciaría un aumento a los jubilados, uno de los sectores más marginados de la sociedad. A pocas semanas de las PASO. Y ha dado la orden a sus subordinados a no polemizar, a no responder ni siquiera en mínimos detalles a las inquietudes periodísticas o a los interrogantes que podrían formular los políticos de la oposición. Por un lado genera esta mejora que es bienvenida pero con un déficit fiscal que rompe récords y en medio también de un saqueo de la ANSES, que es el refugio de la clase pasiva. Como se sabe, la ANSES es prestamista, igual que el Banco Nación y el Banco Provincia, muy generoso del Tesoro Nacional. Han llevado a que la ANSES se parezca a un túnel sin fondo, todo demasiado oscuro.

El devenir de la economía es peligroso. El futuro gobierno tiene dos alternativas. O devalúa para superar el atraso del tipo de cambio y soporta la protesta social o consigue préstamos medianamente pasables para superar el estancamiento. Pero aunque el nuevo Presidente sea Houdini debe conseguir nuevos clientes para nuestras exportaciones y no depender en extremo de lo que aporta al Brasil y al Asia. En primer lugar porque es imprescindible romper el aislamiento internacional (diplomático y comercial) al que nos llevó el cristinismo y por otro porque la realidad política y económica brasileña está en picada y China ha puesto frenos a su producción. No hay mejor expresión gráfica que la tapa de la última revista del diario El País, quizá una de las mejores que he visto en la última década. Es una tapa austera con un cartel que dice Brasil debajo de una ilustración totalmente en negro del Cristo Redentor de Río (imagen turística por excelencia), visto de atrás que se derrite, que se desfigura, que pierde consistencia e identidad.

No es para menos. Lula está en medio de acusaciones muy graves de lobby y corrupción. Y Dilma, con un impeachment pendiente como una guillotina. Según se comenta, todo va a depender si los partidos de la coalición y los opositores levanten el pulgar para arriba o lo bajen, como los emperadores romanos en las luchas de gladiadores. Es una prisionera de las decisiones de los otros.

Desde la capital argentina los empresarios industriales han planteado todas las dificultades conocidas sobre la producción: que el cepo, que el dólar atrasado, que la inflación, que las restricciones de todo tipo, que la presión impositiva. En estas semanas se han silenciado. Más: hay demasiado silencio, un persistente silencio. Sólo se divulgó que Parrilli a cargo de los servicios de inteligencia ha prometido a las dos cámaras grandes de la pequeña y mediana empresa, que visitó, a que no serán vigilados ni perseguidos. Otra manera de publicitar a su candidato presidencial.

Los únicos que alzaron la voz fueron los representantes del campo, con discursos y argumentos de alto volumen, y los voceros de las economías regionales. Estas últimas están embretadas entre los costos de producción que suben día tras día y la baja de los precios que deben colocar en el mercado. Según la consultora NoaNomics la situación es grave. Las bajas en las exportaciones, medidas en cantidades, contando los cinco primeros meses de este año llega al 85 por ciento. Es una cifra que puede llevar a la quiebra. Mientras tanto el gobierno calla. Razones de semejante cuadro: el tipo de cambio real cayó un 21 por ciento en los últimos meses: la inflación es del 30 por ciento anual, aproximadamente; los costos del transporte elevaron los costos del transporte cerca del 25 por ciento: hay atraso en la devolución del IVA a los exportadores. Los mercados compradores en el exterior cuidan sus bolsillos.

El dilema ahora, más allá de las elecciones, es cómo revertir este proceso. Porque desde hace décadas las distintas administraciones no han creado puestos de trabajo en las provincias, ni favorecido la radicación de empresas. La mayoría de las herramientas que se usaron para promocionar (entra ellas la exención de algunos pocos impuestos) cayeron en saco roto o fueron objeto de fraude. La gente se conchabó en el Estado, el único que abre la puerta o, lisa y llanamente, vino a acrecentar la población del Gran Buenos Aires, en búsqueda de oportunidades. Los productores de fruta (pera, manzanas, mandarina) están entre los más castigados. A ello se suma la locura de la cadena de comercialización en el país. Los productores ganan migajas frente a los transportistas, los mayoristas distribuidores y los minoristas. Ya no sólo hay una inflación estructural que en estos 12 años no se combatió como se debiera. A ella se suma la inflación que imponen muchos irresponsables simplemente para explotar las condiciones del momento, buscando beneficios que perjudican a dos puntas. A los que trabajan la tierra y a los compradores de esos productos para el hogar en todo lugar habitable.

Las economías regionales, igual que muchos otros sectores de la economía tienen la lengua afuera.

Daniel Muchnik, Socio del CPA

El Cronista, 30-7-15

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