España se colma de miel… Y se enfrenta al colmenero

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Un malestar entre Marruecos y España está creciendo y tomando cuerpo y entraña el serio riesgo de deteriorar unas fructíferas relaciones bilaterales consideradas estratégicas. Las razones tienen que ver con las declaraciones y la toma de posición sobre temas de extrema sensibilidad como es el caso del ex Sahara español, en especial las últimas pronunciadas por la ministra de Asuntos Exteriores de España a raíz del anuncio de Estados Unidos de reconocer la soberanía marroquí sobre su Sahara occidental. La ministra anunció que se estaba tomando contacto con el equipo del presidente Joe Biden con perspectiva a incidir en que se anule la decisión. La iniciativa española suscitó profundo malestar y rechazo en la opinión pública y críticas en varios medios de comunicación en Marruecos. Entre los intelectuales y políticos que se pronunciaron al respecto cabe citar al escritor y periodista Talah Assaoud Atlasi طالع السعود الأطلسي , quien publicó en LACOM, diario digital marroquí el 23 de enero (2021), un interesante artículo con el título: “España se colma de miel… Y se enfrenta al colmenero”. 

 

El autor resalta que importantes acontecimientos han sucedido en torno a la cuestión del Sahara marroquí, como es el caso de la apertura de múltiples consulados, el reconocimiento por muchos países de la legitimidad de la soberanía de Marruecos sobre su Sahara, mientras otros reafirmaron y reafirman que la propuesta marroquí de una amplia autonomía en la región es la solución realista para resolver el artificial conflicto de larga data. Estos acontecimientos son, sin duda, elementos importantes en los cambios geoestratégicos que se produjeron en la zona en favor de Marruecos, especialmente la cualitativa presencia de EEUU y de los países del Golfo en la zona y en el proceso para solucionar la controversia. Esto conlleva sacudidas políticas y económicas que recomponen de nuevo el marco estratégico en la zona con incidencia en los actores dentro de la misma.

España, que se está conectada con la región y con la cuestión saharaui, con Marruecos a través de la geográfica y la historia de su colonización de la región, debe mantener interés en reforzar su presencia y en preservar su posición, con más empeño, aprovechando su proximidad geográfica e histórica para alcanzar el verdadero acercamiento, despejando las oscuras confusiones y ambigüedades que surgen en sus relaciones con Marruecos.

El autor considera que algunos sectores de la derecha española están inmersos y dominados por fobias hacia Marruecos, pero también los de la extrema izquierda, los dos extremos se involucran en el conflicto del Sahara marroquí, tomando partido en favor del Polisario y los apadrinan de tal forma como si fuesen sus engendradores. Ambos intentan frenar las relaciones hispano-marroquíes y las dañan. Mientras el resto de los partidos políticos se sitúan en una posición moderada vacilante. Pero en lo que se refiere a los gobernantes, cree que son aprensivos y cautelosos en su relación con Marruecos, padecen confusión y se desorientan durante el trato.

Resalta la desproporcionada falta de interacción entre lo político y lo económico en las relaciones de ambos países y considera que más de 1000 empresas españolas invierten en Marruecos. España superó a Francia (el socio tradicional de Marruecos) y es el primer socio comercial de Marruecos en importación y exportación. En exportaciones España representa el 33,5 por ciento del total de las exportaciones europeas a Marruecos, lejos de Francia y Alemania, por ejemplo, sin contar el contrabando que entra por las ciudades de Ceuta y Melilla y al que le denominan comercio atípico. Recuerda el autor que los acuerdos de pesca de Marruecos con la Unión Europea, que incluyen las aguas del Sahara, benefician en mayor medida al sector pesquero español. Además, “Marruecos es así el primer destino de las inversiones españolas en África”.

Por todo ello considera la existencia de una sorprendente anomalía entre lo político y lo económico que da cuenta de unas relaciones desiguales y desequilibradas. Estamos ante “un raquitismo en política, frente a una exuberante presencia económica”.

El gobierno de España, según el articulista, con todos estos datos y la situación privilegiada que España ostenta en Marruecos, podría hacer más en la cuestión política, a modo de cemento, consolidar la relación bilateral, reforzarla y ampararla frente a la virulencia competitiva de otros países europeos, pero también de China, Turquía, Estados Unidos o Japón.

El autor recuerda en su artículo (aunque afirma que no es su intención hacerlo), las trabas que han sido impuestas a Marruecos en su política para su legítimo desarrollo económico. Cita el ejemplo del puerto de Tánger Mediterráneo y como España en un primer momento quiso influir negativamente en la decisión de la UE, respecto a la financiación y a los créditos, para que el proyecto no se llevara a cabo. Consecuencia de ello, prosigue el artículo, España perdió la oportunidad de formar parte en este gigante proyecto que hoy está dando buenos resultados económicos, comerciales, sociales y políticos.

Si el gobierno español, prosigue el artículo, hubiese asentado su importante posición en Marruecos interactuando con su desarrollo y las transformaciones que el país llevaba a cabo y que dieron lugar a la aparición de un nuevo Marruecos que destaca hoy por su importante dimensión africana, España habría llegado mucho más lejos de la mano de Marruecos para acceder a África, el continente del futuro.

Ese condicional “si”, según el artículo, si se hubiese cumplido, se hubiera logrado que España estuviera hoy en el Sahara, en la ciudad de Dakhla, antes que la administración estadounidense y, en ese caso, no se hubiese molestado tanto por el reconocimiento estadounidense de la soberanía de Marruecos sobre su Sahara y no lo habría recibido como dirigido contra ella por el mero hecho de que este acto fortalece a Marruecos, consolidará su desarrollo, además de hacer justicia a su inalienable derecho a la integridad territorial, a la vez que refuerza la propuesta autonómica de Marruecos como resolución pacífica de un conflicto convertido en materia de chantaje.

El artículo reprocha a la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya la iniciativa de su ministerio frente a los asesores del presidente Biden para anular la decisión del ahora expresidente Donald Trump en el reconocimiento de Estados Unidos de la soberanía de Marruecos sobre su Sahara. De hecho, considera que se trata de una inamistosa injerencia en las relaciones soberanas de dos países soberanos y demuestra, con ello, manifiesta consternación por el mero hecho de que Marruecos haya obtenido un importante logro y apoyo. El resentimiento, según el autor, no solo se hizo manifiesto por parte de la ministra, sino también del líder de Podemos, Pablo Iglesias, y socio de gobierno, quien camina en la misma dirección creando un estado de incertidumbre.

El artículo resalta las desconcertantes contradicciones del gobierno español. Pues el mismo gobierno, ante los cambios en la actual coyuntura internacional y la nueva situación geoestratégica en el mundo, celebró en Madrid el 18 de enero (2021) la reunión de los embajadores de España para debatir sobre “programas e iniciativas encaminadas a fortalecer la presencia de España en el ámbito internacional” y “promocionando gran confianza sobre España”, como dijo el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, quien hizo hincapié en la importancia de aumentar la presencia de España y de las empresas españolas en África.

Se trata, según el articulista, de una buena estrategia y de una visión realista que supone contar con Marruecos, país vecino y africano, puerta de acceso al África subsahariana donde cuenta con una importante presencia y donde muchos países cuentan con él como facilitador para la cooperación mutua en la que todos salen ganando. Sin embargo, el jefe de gobierno, Pedro Sánchez, en su intervención sobre la España que viene, la España del futuro, no ofreció nada que pueda promover la confianza de Marruecos en el gobierno español y en su posición sobre el conflicto del Sahara sacando, supuestamente, provecho de los cambios que están surgiendo en la zona.

El articulista critica la ambigüedad y las posturas contradictorias del gobierno de Pedro Sánchez que, al parecer, siempre según el artículo, solo espera de Marruecos la aceptación de unas relaciones desiguales y que se conforme con servir a los intereses de España para situarse en posición privilegiada, hacer de gendarme por tierra y mar contra emigrantes subsaharianos, garantizándole la seguridad que precisa y ofreciéndole su apoyo en la lucha antiterrorista.

“Marruecos quiere intercambiar con España intereses y beneficios. Juntos pueden abrir nuevos horizontes en favor de sus prometedoras y ricas relaciones bilaterales, de fuerte arraigo en la historia, la geografía, la política y la economía, juntos pueden ganar mucho y juntos comparten importantes beneficios para la paz, la seguridad y el progreso. No obstante, algunos sectores políticos en vez de ello prefieren optar por la montura hípica del principio de la “autodeterminación”, laxo y genérico, de aplicación multiforme. Estos mismos sectores, y a ellos se suman otros dentro de España, rechazan la secesión de Cataluña y del País Vasco”, porque el destino está dentro de una nación integrada, no en su desintegración.

En ese sentido, el autor insta a que se privilegie la sensatez y la razón, tomando en cuenta los intereses históricos y los beneficios comunes, para aprovechar las oportunidades que brindan los recientes acontecimientos favorables a Marruecos y a toda la región y con ello aunar los esfuerzos e interactuar en el marco de las relaciones bilaterales y multilaterales para afianzar las perspectivas de un desarrollo productivo y fructífero para todos. No es signo de sensatez que quien se colma de la miel marroquí, según se infiere de los planteamientos esbozados por el autor, se enfrente al colmenero.

Traducido por Jamal Eddine Mechbal

 CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©

Enero 2021

 

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