España, Marruecos, Estados Unidos e Israel y la corrección de anomalías

Claves y antecedentes

  • Hace más de tres décadas que los gobiernos españoles son conscientes de que el Sahara Occidental nunca será un Estado independiente.
  • Ningún país occidental o miembro permanente del Consejo de Seguridad apoya el nacimiento de un Estado en el territorio del Sahara Occidental como reclama la guerrilla separatista Frente Polisario. 
  • Más allá del malestar español por la decisión unilateral de Pedro Sánchez, al apoyar la propuesta de autonomía marroquí para el Sahara Occidental, la decisión en sí misma no constituye un cambio drástico en la posición española.
  • El cambio sustancial, a partir de ahora, es que España pone las cartas sobre la mesa en este asunto, haciendo público lo que probablemente sostenía en privado desde hace varios años.
El nuevo mapa de Marruecos que exhibe el ministerio de Exteriores de España denota el reconocimiento explícito de la soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sahara Occidental. Mapa publicado por La Razón.
El nuevo mapa de Marruecos que exhibe el ministerio de Exteriores de España denota el reconocimiento explícito de la soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sahara Occidental. Mapa publicado por La Razón.

La extrema izquierda, la prensa y la opinión pública españolas aún seducidas por el totalitarismo del ideal revolucionario y/o movidas por la animadversión a Marruecos, creen ver un país, una nación y una república en medio del desierto donde unas tribus malviven y enfrentan toda clase de privaciones y penalidades subyugadas por una guerrilla separatista que a su vez es rehén de Argelia y que lleva casi 50 años diciendo que va a emancipar a las poblaciones tribales del Sahara Occidental.

Las tribus, por cierto, son bastante totalitarias con los suyos, mucho más cuando son mujeres -ellas están sometidas a costumbres e interpretaciones religiosas primitivas que vulneran sus derechos y libertades individuales-.

Como usualmente ocurre con las revoluciones que anuncian un paraíso terrenal y un Estado democrático, terminan por establecer su dictadura y el Frente Polisario no fue la excepción. Los hechos y el triste récord en materia de violencia y violaciones de los derechos humanos y de las libertades individuales, no solo definen el tipo de régimen que impuso esa guerrilla, sino que signan la inviabilidad del proyecto del Frente Polisario.

Las relaciones hispano-marroquíes y el rol de Estados Unidos

En diciembre de 2020, en el marco de los Acuerdos de Abraham, auspiciados por Estados Unidos, cuando Marruecos normalizó su relación con Israel y Estados Unidos reconoció la marroquinidad del Sahara, escribí que con estas dos grandes decisiones de política exterior, se corrigieron dos anomalías: la primera, de Marruecos hacia Israel y, la segunda, de Estados Unidos hacia Marruecos.

La reciente decisión del gobierno español de reconocer que la autonomía marroquí es la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso territorial del Sahara Occidental, es la corrección de una tercera anomalía, de España hacia Marruecos. Si España hubiera retrocedido el territorio del Sahara como le reclamaba Marruecos, por vía diplomática a nivel bilateral y en las Naciones Unidas, tras el final del protectorado y durante la década de 1960, en lugar de dar tantas largas a ese asunto, otra sería la Historia.

Lo lamentable de la decisión de Pedro Sánchez no es el qué sino el cómo. Es decir, la forma en que el jefe de gobierno tomó una decisión de política exterior de modo unilateral. La política exterior de España, según dicen los diplomáticos españoles, es una política de Estado, ello significa que las decisiones deben tomarse de forma consensuada.

Por otra parte, cuando Estados Unidos reconoció la marroquinidad del Sahara hubo reacciones en España, a nivel mediático y político. En las reacciones mediáticas, la dificultad manifiesta de presentar la realidad y los hechos, con serenidad y con sentido común, han estado a la orden del quehacer informativo. Durante un año y medio, se ve y se lee en la prensa española que Donald Trump reconoció la marroquinidad del Sahara en un tweet. Con ello se ha tratado de minimizar y de desmerecer la que, a fuerza de los hechos, ya es una política de Estado de Estados Unidos. Apenas ahora algunos de los grandes medios españoles notaron que no habrá marcha atrás con el gobierno Biden en el asunto del Sahara.

En cuanto a las reacciones políticas y diplomáticas, tras el reconocimiento estadounidense de la marroquinidad del Sahara, una muy notable fue la de la canciller española, Arancha González Laya, quien advirtió que trataría de disuadir al gobierno Biden para que revirtiera la decisión tomada por el presidente Trump. No obstante, ocurrió lo contrario a los deseos manifiestos por la canciller. Durante varios meses el gobierno estadounidense trató con frialdad al gobierno español y, finalmente, González Laya salió del gobierno tras su penosa gestión de la crisis con Marruecos.

Nótese que fue el gobierno de Joe Biden el que persuadió efectivamente al gobierno español, justo lo contrario de aquello que deseaba la canciller española. El gobierno español ha cambiado públicamente su posición sobre el Sahara y está limando asperezas con Rabat en aras de reconstruir la confianza y la buena vecindad. Todo ello cuando ya ha transcurrido un año de crisis en la relación bilateral, habida cuenta del prolongado enfado marroquí tras las afrentas perpetradas por el gobierno español y que se saldaron con la revancha y la retaliación marroquí (la crisis migratoria provocada en Ceuta y el retiro de la embajadora en Madrid, Karima Benyaich, quien regresó a España hace pocos días).

En cuanto a la relación entre Marruecos y Estados Unidos esta atraviesa su mejor momento. El secretario de Estado, Antony Blinken, lo confirmó en días pasados al aterrizar en Rabat para ver a uno de los “primeros amigos” de Estados Unidos, según precisó. Washington ha respaldado la decisión española sobre el Sahara y también lo hizo la Unión Europea.

La relación hispano marroquí ha estado atravesada por la pasión en oposición a la fría racionalidad que demanda la política exterior, escribió hace unos años el destacado diplomático español Jorge Dezcallar en su libro de memorias Valió la pena. Dezcallar admitió que España cometió muchos errores durante la descolonización del Sahara y también describió que Marruecos y Argelia han exigido de España un equilibrio exacto respecto a ambos. Una tarea que resulta sumamente difícil. Por ello España optó por encapsular los temas irritantes y favorecer la construcción de un “colchón de intereses” compartidos en sus respectivas relaciones bilaterales con Argelia y con Marruecos, todo ello con el firme propósito de que esos países se lo piensen antes de provocar crisis que serán costosas y perjudiciales.

Esta política del “colchón de intereses” fue muy exitosa, vista la relación hispano marroquí y la cooperación que ha ido a más en muchos campos como la gestión de los flujos migratorios, la lucha antiterrorista y especialmente contra el terrorismo yihadista y el narcotráfico, así como en temas de comercio, inversiones, pesca, fronteras, etc. Sin embargo, esta política ya demanda renovación de fondo y de forma y exige abordar las cuestiones espinosas, renovar los conceptos y el lenguaje con base en los cambios, las transformaciones y las nuevas realidades de los dos países.

El investigador del Real Instituto Elcano, Gonzalo Escribano, observó hace unos años hablando de la relación económica entre España y Marruecos, la necesidad de sofisticar y modernizar el lenguaje e implementar una narrativa diferente que medie en la relación bilateral para sustituir conceptos del pasado, como el popular “colchón de intereses”, por expresiones más acordes con los tiempos que corren y las posiciones que tienen estos países. Sería más apropiado hablar de “competitividad compartida”, “complementariedad dinámica”, “mecanismos de anticipación” y “convergencia de preferencias”. Todos estos son conceptos perfectamente aplicables a la relación política y diplomática hispano marroquí.

After meeting for the Negev Summit, Bahrain’s Foreign Minister Abdullatif bin Rashid al-Zayani, left, Egypt’s Foreign Minister Sameh Shoukry, Israel’s Foreign Minister Yair Lapid, U.S. Secretary of State Antony Blinken, Morocco’s Foreign Minister Nasser Bourita, and United Arab Emirates’ Foreign Minister Sheikh Abdullah bin Zayed Al Nahyan, pose for a photograph Monday, March 28, 2022, in Sde Boker, Israel. (AP Photo/Jacquelyn Martin, Pool)

La cumbre de Néguev y los Acuerdos de Abraham

Hace dos semanas, al término de la Cumbre de Néguev, en Israel, el secretario Antony Blinken, quien ha puesto gran empeño en potenciar los Acuerdos de Abraham (para la normalización de relaciones entre Estados árabes e Israel), como una nueva era para la paz, la seguridad y la prosperidad de Oriente Próximo y, en sentido amplio, para la región MENA (Oriente Medio y África del Norte) valoró el encuentro que sostuvo con los ministros de Exteriores de Israel, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos y el clima de entendimiento entre estos países. Esta exitosa política, legada por la administración Trump, está rindiendo frutos.

El canciller marroquí Nasser Bourita también habló desde Israel. Inició su intervención condenando con firmeza los ataques terroristas que cegaron la vida de 11 ciudadanos por esos días en territorio israelí. Bourita habló a los israelíes, trasladando dos mensajes del rey Mohammed VI, el primero, quizá con un fin aclaratorio, para precisar que el movimiento en la política exterior marroquí hacia Israel no es producto del oportunismo, sino del convencimiento y la consecuencia natural entre dos naciones que mantienen poderosos vínculos a través de la Historia y de sus pueblos.

El canciller subrayó la afinidad y la relación que han mantenido los monarcas marroquíes con el pueblo judío gracias a la importante presencia de población judía que durante siglos ha habitado tierra magrebí. Bourita también reconoció el papel de Estados Unidos y del secretario Blinken en la promoción de la paz y de la estabilidad regional y mostró confianza en que una solución es posible para la resolución del conflicto palestino-israelí.

En el segundo mensaje, Bourita buscó reafirmar la constante de la posición marroquí respecto a la resolución de ese conflicto. El canciller indicó que Marruecos defiende la existencia de dos Estados con las fronteras establecidas en 1967 y con Jerusalem este como capital del Estado palestino. Dejó constancia de que la solución a este conflicto pasa ineludible y necesariamente por garantizar la seguridad y los intereses del Estado de Israel.

El canciller marroquí también celebró la vitalidad de los Acuerdos de Abraham y la dinámica positiva que se mantuvo en la Cumbre de Néguev y que han asumido todos los concernidos, con resultados que benefician a sus regiones y países. El encuentro de Néguev constató la alianza estratégica que se ha gestado para la coexistencia y la paz, dijo Bourita, con base en unos valores y unos intereses. Una alianza que blinda a sus miembros para actuar mancomunadamente y hacer frente tanto a los desafíos comunes y las amenazas diversas, como a los adversarios y enemigos que traten de desestabilizar a estos países. Por lo mismo, defendió el espíritu de Néguev y se mostró esperanzado en que el próximo encuentro tendrá lugar en el desierto marroquí. Israel, por su parte, apoyó el «prometedor» giro de España en el tema del Sahara Occidental. El ministro de Exteriores de Israel, Yair Lapid, dijo que la posición española, a favor del plan de autonomía de Marruecos, supone un desarrollo positivo frente al conflicto del Sahara Occidental.

Clara Riveros

CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©

Abril, 2022

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