El noroeste de Marruecos: volver al pasado recorriendo el presente

Chauen, 2019

Por Clara Riveros y Mohamed Bendriss Alami*

Introducción

Por su posición geográfica Marruecos ha estado expuesto a una serie de eventos y transformaciones sociales, políticas y culturales que han dejado huellas profundas en diferentes zonas del país y que han signado la identidad de la nación marroquí. Hablamos de un substrato sociocultural complejo y compuesto —no homogéneo, ni uniforme— que no se explica sin la comprehensión de los fenómenos históricos que aquí han tenido lugar. Para descubrir los sólidos cimientos sobre los cuales se funda el Estado marroquí ha sido preciso realizar una excavación en la historia que se remonta a los últimos trece siglos. Es decir, volver al pasado —para indagar en la historia— recorriendo el presente del noroeste de Marruecos.

Mohamed Bendriss Alami, Marruecos, 2019

El Estado marroquí fue fundado en el siglo VIII por Idriss Ben Abdellah Al-Kamel, el descendiente del Profeta, conocido como Muley Idriss I, quien murió en el año 791. Desde entonces, muchas civilizaciones y corrientes humanas han estado presentes y han transitado esta zona del país. También merece mención el liderazgo bereber de Tarik Ben Ziyad en el año 711. Nótese la presencia árabe proveniente de la península Ibérica que ha dejado huellas profundas en este territorio tras la caída de Granada en 1492. El desplome gradual de la civilización andaluza desembocó en un éxodo masivo de musulmanes y de judíos que habían estado allí durante ocho siglos y que aportaron notables contribuciones a las ciencias de la Europa medieval cimentando las bases de esa civilización y aportando a la transformación y al avance del mundo occidental.

La otra orilla, zona de tránsito y de apoyo. El norte de Marruecos ha sido históricamente un puente de anclaje entre dos continentes (Europa y África). Por su situación geográfica el norte del país siempre ha estado en contacto con diferentes civilizaciones y también se ha visto inmerso en dinámicas diversas de índole militar y político con consecuencias políticas, sociales y culturales que incidieron en la composición humana y en el desarrollo arquitectónico de Marruecos. Así lo corroboran Chauen y Tetuán, capitales de las dos provincias que llevan el mismo nombre. Chauen y Tetuán dan cuenta de las mutaciones y de las transformaciones que han tenido lugar en diferentes momentos, vinculadas a la presencia de los emigrantes andaluces, pero también a episodios políticos que signaron su desarrollo y posterior evolución en el tiempo, a partir de la inserción, infiltración y ocupación española; así como de las tensiones y correlaciones de fuerzas que allí se manifestaron y que se concretaron en 1912 con la firma del acuerdo de protectorado. En la práctica dicho acuerdo facilitó la ocupación y el reparto de Marruecos: el norte y el sur quedaron bajo dominio español; el centro bajo dominio francés; y Tánger, por su sensible y estratégica localización, adquirió el estatus de Ciudad Internacional (administración colectiva de un cierto número de países influyentes) y, en adelante, estuvo regentada por las principales potencias europeas.

Clara Riveros, Chauen, 2019

Chauen y Tetuán fueron administradas por los españoles, al igual que otros territorios que abarcaron la denominada zona norte. La ocupación europea de Marruecos tuvo fuertes resistencias en el norte, en el Atlas y también en el sur durante las décadas de 1910 y 1920.

El final del régimen de protectorado se concretó en 1956 con la independencia de Marruecos. No obstante, Francia salió de Marruecos y España salió del norte, pero la retrocesión de los territorios del sur se fue dando en un proceso a cuentagotas, a saber: Tarfaya en 1958, Ifni en 1969 y el Sahara en 1975. La retrocesión de estos territorios fue el resultado de la batalla diplomática que llevó Marruecos en su reclamación a España de modo bilateral y ante las Naciones Unidas para recuperar y completar su integridad territorial trastocada por el reparto colonial. No nos extenderemos sobre este tema que excede el objeto de este análisis, apenas lo enunciamos de modo ilustrativo para dar cuenta de la vinculación orgánica de Marruecos con el mundo arabo-musulmán, así como de la relación de buena vecindad que ha mantenido el Marruecos independiente con la península Ibérica.

 

Chauen, 2019

I. Chauen: “mira los cuernos”

Chéfhchaouen es una expresión bereber que indica “mira los cuernos” —en alusión a las montañas que resguradan la ciudad—, así se denomina a Chaouen (francés) o a Chauen (español). Esta ciudad fue fundada en el año 1471 por Ali Ben Rachid, quien quiso hacer de esta una fortaleza militar y un punto de partida de las ofensivas militares contra los ocupantes portugueses que alzaban la bandera cristiana contra los musulmanes en su propio territorio, después de que una parte de ellos fuera expulsada de al-Andalus (aquella que no quiso abandonar su fe y convertirse al cristianismo). Chéfchaouen recibió oleadas migratorias sucesivas entre 1614 y 1502. Las familias expulsadas optaron por dejar la península Ibérica y emigrar a otros territorios en el norte de África y en Oriente Medio. Se les conoce como moriscos a quienes habitaron España entre el siglo VIII y XV. Posteriormente y a raíz de la Guerra Civil Española (1936) el término moro adquirió una connotación peyorativa.

La ciudad fortaleza. Los portugueses consideraron en su tiempo que Marruecos hacia parte de su zona natural de expansión y que ello les concedía de facto el derecho a ocupar varias costas y ciudades del norte (Ceuta, Tetuán, Tánger, Larache y Assilah). Las ocupaciones portuguesas tuvieron lugar cuando el poder central marroquí estaba en situación de debilidad y era incapaz de defender todo el territorio nacional. El reino enfrentaba problemas internos a la vez que procuraba responder a diferentes amenazas de las potencias extranjeras que provenían de diversos frentes. La creación de Chéfchaouen tuvo lugar durante el reinado de los Ouatassiyen y su debilidad dio lugar a la creación del Principado de Arraouachid (1471-1560) por Ali Ben Rachid (de origen andaluz).

La concepción de Chéfchaouen como fortaleza de defensa se debe a su situación geográfica —en las faldas del monte Jbel Magou a una altitud de 600 metros— y a las murallas que protegen la ciudad —a la que se accede mediante siete puertas principales localizadas en diferentes zonas del casco urbano—. El crecimiento de la ciudad fue progresivo en correspondencia con las llegadas de los contingentes migratorios procedentes de Granada, Sevilla, Málaga, Murcia, Córdoba, Jaén y Chatiba. Tan solo entre 1609 y 1614 habrían llegado procedentes de Granada unos 40.000 expulsados —de los cuales una parte se acomodó en la nueva ciudad de Chéfchaouen y el resto se instaló en las zonas rurales alrededor de la ciudad, aportando su saber al sector ganadero y agrícola—. Chéfchaouen acogió a hombres de negocios, artesanos, científicos y gente culta (teólogos y religiosos). Esa composición humana dio lugar a la creación de un centro comercial (Essuika), de un centro administrativo (Kasaba) y al levantamiento de diferentes infrastructuras (culturales y educativas) distribuidas según las necesidades de la población. Se creó un espacio de intercambio entre la ciudad y su campana que es el zoco (implantado en el centro, en la plaza de Uta l’Hammam, lugar radiocéntrico de la ciudad) junto a la Kasaba que fue el lugar de gobierno y de la toma de decisiones. La plaza de Uta l’Haammam jugó un rol diseminador de la información utilizando a los voceadores (el-Berrah). La gran plaza de Uta l’Hammam acogió también la gran mezquita (Jamaa el-Kebir) construida por el Príncipe Mohamed Ben Rachid (1540-1560), segundo hijo de Moulay Ali Ben Rachid. Su hermano mayor, el Principe Ibrahim Ben Rachid (1511-1540) fue nombrado por los Ouattasidas como gobernador de Meknes, Salé y Tadla, este constituye un claro indicador de la confianza que tenía el Sultán de Fez en esta familia de Chorfa Alamiyen que gobernó el Principado de Erraouachid durante nueve décadas (1471-1560).

Un pasado presente. Todo el patrimonio material e inmaterial de la ciudad de Chéfchaouen se mantiene vigente. Funciona. Transmite la civilización y la sangre granadina, cordobesa y sevillana de generación en generación. Incluso las familias han conservado sus apellidos andaluces (Grandi, Murcia, Baeza, Chebli, Gharnati, Alberde, etc.). Observamos dicha evidencia de paso por los barrios Suika, Rif Al-Andalus, Onsar y otros más. Onsar, por ejemplo, fue creado en 1502 cuando llegó la tercera ola de emigrantes. El barrio nació aguas abajo del famosos manantial, abundante y fresco, Ras El-Maa. El punto de ramificación de la ciudad de Chéfchaouen se desarrolló inspirándose en las técnicas hidráulicas granadinas. El manantial Ras El-Maa es la fuente que da vida a la ciudad de Chéfchaouen. Le dio seguridad, independencia e inspiración a sus poetas y a numerosos escritores. Este manatial fue visitado por el Rey Hassan I en 1898 y por el Rey Hassan II en 1961.

Los turistas que visitan esta zona del país logran revivir el pasado. Descubren una historia viva. Esta es una ciudad de puertas abiertas que revela sus secretos en cantos y poesías, en su gastronomía e ingenio, desde luego, en su arquitectura arropada por el color azul claro que ofrece frescura y alegría. La simplicidad de la ciudad, así como su entorno natural y majestuoso, denotan la tranquilidad de la vida en condiciones sencillas. Chéfchaouen es una ciudad organizada que se adapta a su tiempo, que atrae y seduce a visitantes tan numerosos como diversos. El interés de ciudadanos chinos en esta ciudad se ha hecho muy visible en los años recientes.

Los judíos, una minoría que buscaba protección. Los judíos formaron parte de los contingentes de expulsados de al-Andalus. Se estima que unos 500 eligieron Chéfchaouen como punto de destino. Fueron acogidos por esta sociedad dedicándose a las profesiones que ejercían en al-Andalus (joyería, bordados, fabricación de sillas de montar, tejidos, reparación de utensilios, comercio, renta, etc.). Como en otras ciudades del Reino, los judíos casi siempre han preferido vivir juntos en un barrio propio denominado “Mellah” —una especie de ghetto donde practican libremente sus ritos y sus obligaciones religiosas—. No obstante, la ciudad de Chéfchaouen perdió a este grupo de habitantes hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX. La debilidad del poder central (Makhzen) en ese periodo favoreció la inseguridad y la rebeldía tribal. La situación de anarquía —inaplicabilidad de la ley— ha sido caracterizada como “Bled Essiba”. Ese contexto llevó a los judíos a dejar la ciudadela y a diseminarse por el país en busca de mejores condiciones de vida, seguridad y oportunidades económicas.

Los polos del sufismo. Esta región del norte del país, incluso antes de la fundación de la ciudad de Chéfchaouen, conoció una cierta prosperidad sociocultural y espiritual influida por la existencia de dos polos del sufismo en el siglo XIII, a saber: el Santo Mouley Abdeslam Ben Machich, quien murió en el año 1234 y su discípulo, el Santo Abi Hassan Chadeli (1196-1258), creador de la secta Chadelia que se extendió en los países musulmanes de Oriente, así como en el África subsahariana. Otras personalidades han surgido en esta región durante los siglos XV, XVI y XIX, sobre todo el venerado Sidi Mohamed Ben Mohamed El-Harrak, nacido en Chéfchaouen y enterrado en Tetuán en 1845 o Moulay Ben Ali Chakour al-Alami, nacido y enterrado en Chéfchaouen en 1897. La riqueza cultural de esta zona dejó un imenso capital imaterial que la identifica y que ilustra su fusión con la civilización arabo-andaluza adquiriendo con el tiempo un carácter propio: chéfchaouni. Este es el caso de la “Hadra Chefchauniya”, un grupo de mujeres que siguen la tradición del canto espiritual que data de mediados del siglo XVII, un reto equiparable al asumido por la “3emara Derkaouiya”, un grupo de hombres que cantan y bailan con secuencias rítmicas propias del estilo de esta región. La música andaluza consiguió una personalidad genuina en esta zona y tomó un ritmo especial y característico de Chéfchaouen. Sus músicos han influido en muchas órdenes musicales y en diferentes grupos de Marruecos en la escena local, regional y nacional.

Transición presente, desafío futuro. La ciudad de Chéfchaouen y su región constituyen una zona de atracción turística a nivel nacional e internacional por diversas razones y con objetivos múltiples. Hay un flujo ascedente de turistas interesados en la ciudad (cultura, historia, economía, clima, circuitos recreativos, etc.,), este hecho impacta en el modo de vida de la población local y tendrá efectos e influencias en su cotidianidad. Lo anterior plantea algunas inquietudes: ¿Cuál sería la mejor manera de asumir esa transformación para preservar la cultura ancestral y la singularidad, adaptándose al presente y encarando los desafíos del futuro? ¿Cómo hacer para que toda la provincia se beneficie del turismo? ¿Cómo desarrollar todas las potencialidades de esta región?

Tetuán, 2019

II. Tetuán, capital regional de su tiempo, nos desvela sus secretos

Tetuán fue la capital de la zona norte del país y la plataforma del nacionalismo y de la resistencia marroquí durante décadas. La ciudad fue creada en 1487 por Sidi Al Mandari, granadino de Piñar (España). Este fundador andalusí se desplazó desde Granada a lo que ahora es Tetuán y reedificó —sobre las ruinas que encontró— el gérmen de la ciudad que recibió durante más de un siglo a muchas familias que se vieron obligadas a abandonar el suelo andaluz a causa de los conflictos bélicos, sociales y culturales. La refundación fue, sin duda, una sabia decisión: posibilitó el nacimiento, emergencia y desarrollo de una de las ciudades más hermosas del Magreb y de una de las sociedades culturalmente más fértiles del norte de África. En tiempo más reciente —desde 1912 hasta 1956— Tetuán fue la capital del protectorado español. De esta época colonial datan muchas construcciones y el patrimonio arquitectónico de su Ensanche. Esta fue la ciudad más vinculada a la presencia de los árabes en al-Andalus, frecuentemente expuesta a las consecuencias de esa emigración proveniente de la península Ibérica.

Tetuán, cuna del nacionalismo marroquí. Tetuán ha vivido toda la metamorfósis sociopolítica que ha experimentado Marruecos en los últimos seis siglos de su historia: la prolongación de la era andaluza y sus diferentes episodios, tan gloriosos como dolorosos. Como Chéfchaouen, Tetuán fue sometida a diferentes incursiones por parte de los portugueses y españoles, especialmente tras la caída de al-Andalus. Entre 1510 y 1542, la hija de Ali Ben Rachid, fundador de Chéfchaouen, la Princesa Saida l’Horra se casó con Mohamed el- Mandri, fundador de Tetuán. La ciudad fue gobernada por la Princesa durante 35 años, periodo en el que confrontó a los portugueses en Ceuta. La lucha fue continua y adquirió formas diversas, siempre con el objetivo de resistir y de liberar al país en procura de su integridad territorial. Aquí solo nos ocuparemos de reconstruir los eventos y aspectos del periodo comprendido entre 1926 y 1956 que fueron documentados por los expertos con quienes recorrimos la ciudad. Este segmento de la historia de Tetuán corresponde a la presencia colonial española y al nacimiento del movimiento nacionalista marroquí.

Tetuán, la capital del protectorado español. En 1912 Marruecos fue presionado por las grandes potencias coloniales para firmar un convenio de protectorado con Francia. Ese hecho posibilitó el reparto de Marruecos entre Francia y España. La claúsulas de este convenio establecieron que las zonas ocupadas por España serían el norte y el sur (Sidi Ifni, Tarfaya, Río de Oro y Dakhla Oued Eddahab), una superficie total de 299.000 Km² que estarían bajo autoridad del Khalifa del Sultán. La disposición que confirma y materializa la autoridad del Reino sobre este territorio fue tomada por S.M. el Sultán Mohamed Ben Yusuf, el 13 de mayo de 1913, cuando designó al Príncipe Muley el-Mehdi Ben Ismael como Khalifa del Sultán en las zonas ocupadas por España (con residencia en Tetuán). Desde entonces, el Khalifa aplicó la autoridad de nombrar a todos los responsables territoriales marroquíes en toda la zona. También hizo parte de sus competencias y atribuciones la divulgación de toda la legislación que organiza la regencia en los territorios ocupados. Este arreglo mantuvo su vigencia hasta la declaración de independencia (7 de abril de 1956)[3].

Tetuán y el renacimiento árabe. Durante las primeras décadas del siglo XX, Tetuán respiró el aire proveniente de Oriente. El renacimiento árabe fue impulsado por líderes históricos como Mohamed Ali, Jamal Eddin el-Afghani, Chakib Arsalan, entre otros, que no aceptaron la situación en la cual se encontraba sumido el mundo árabo-musulmán. Súmese que Tetuán estaba vinculada a la resistencia del líder Mohamed Ben Abdelkrim el Jattabi, quien desafió entre 1921 y 1926 a las dos potencias colonizadoras del país (España y Francia), mediante la resistencia armada que incluso inspiró a líderes revolucionarios en diferentes lugares de Asia, África y América.

La sociedad tetuaní, amante del saber, de las ciencias y de la cultura, propició diferentes iniciativas: en 1924 abrió la escuela indígena Al-Ahliya (como ocurrió en otras ciudades del Reino donde las células del nacionalismo marroquí empezaron a tomar forma y cuerpo); en 1928 la primera misión estudiantil se trasladó a Nablus en Palestina[4]; le siguió otra en 1939, esta vez al Cairo en Egipto; en 1930, Tetuán recibió la visita del Emir Chakib Arsalan, después de haber tenido contacto con delegaciones de Tetuán y de otros árabes que visitaron Marruecos y observaron las condiciones en las que vivía la población marroquí; en 1935 se creó en Tetuán el Instituto Libre donde los nacionalistas de todo el norte promovieron la conciencia nacional en un proceso que se cristalizó en 1936 con la creación del Partido de Reformas Nacionales (al Islah al- Uatani), bajo el liderazgo del nacionalista Abdelkhalak Torres. Adhirieron al partido los habitantes de toda la zona del norte. Esta dinámica política que conoció la ciudad de Tetuán se desarrolló en estrecha coordinación con los nacionalistas marroquíes de la zona francesa, así como con el Sultán y su Khalifa quien ejercía poderes desde Tetuán. Paralelamente, los líderes nacionalistas marroquíes tejían lazos muy estrechos con los lideres árabes, en particular con los magrebíes de Argelia y de Túnez preparando las bases para el proyecto del Gran Magreb Árabe una vez que esos territorios hubiesen alcanzado sus independencias.

Tetuaníes orgullosos y comprometidos con su memoria colectiva. El mensaje más potente durante la visita a esta ciudad fue la reivindicación de la especificidad, la riqueza cultural y el patrimonio inmaterial. Los tetuaníes apuntan y reclaman al reconocimiento de su cultura, la notabilidad de su arquitectura, sus particularidades, profesiones y oficios. En suma: una visita guiada al museo del nacionalismo marroquí —en el norte de Marruecos— en su dimensión cotidiana.

La Medina de Tetuán fue declarada Patrimonio de la Humanidad en Nápoles (1997). Por lo anterior, nos interesa destacar el proceso de restauración de la Medina, un trabajo de gran sensibilidad técnica y artística y cuya importancia puede servir de referente para otros países del Mediterráneo, además, es de subrayar que ese proceso ha tenido lugar en un marco de cooperación con la Junta de Andalucía y con la asistencia técnica de especialistas italianos para el desarrollo de los trabajos de reestructuración, procurando mantener los lazos, la fusión y el intercambio de una civilización que ha estado entre dos orillas. Este ha sido un trabajo altamente profesional, delicado y sensible que devela óptimos resultados. El tejido urbano de la Medina de Tetuán, como el de las otras medinas del país, es denso y de acceso difícil por las delimitaciones entre propiedades interdependientes y por las estructuras de los edificios, a menudo dependientes o comunes. Por lo mismo, la ejecución del proyecto de reestructuración ha tomado un tiempo considerable y se ha visto limitado por temas presupuestarios. Estas cuestiones, como es de suponer, generan molestia a los actores involucrados en el proyecto. Sin embargo, el balance es positivo: en primer lugar, esta operación ha posibilitado la protección del patrimonio arquitectónico de la ciudad; en segunda instancia, el renacimiento y la revalorización de esta zona (que había perdido su atractivo y valor social por las dificultades de modernizar las infraestructuras); en tercer término, el mejoramiento de las condiciones de las residencias restauradas concede una dimensión estética al lugar y mejora las condiciones de quienes habitan en la Medina, a la vez que atrae a muchos visitantes. Esta dinámica de renovación y de restauración ha creado nuevas oportunidades de empleo, ha contribuido al posicionamiento de diferentes profesiones y oficios tradicionales incluso en vía de extinción por desuso (la artesanía, el arte en general, el diseño, la decoración, etc.).

Esta iniciativa también constituye una ventana de oportunidad para los emprendedores y para las pymes, lo que redunda en la expansión del sector privado, en la generación de empleos directos e indirectos, es decir, coadyuva a mejorar las condiciones de la población local. Podría decirse que ha sido un proyecto sinérgico: la población de la Medina se ha visto involucrada en la dinámica de restauración, valga decir, con una noción más clara que en otras regiones del país respecto al cuidado de lo público, ha ido apropiándose del proceso y haciendo esfuerzos para mejorar el entorno y el ambiente en el cual vive. Toda una lección de civismo y de ciudadanía, aspectos indispensables para la convivencia que muchas veces brillan por su ausencia.

Notas

*Clara Riveros, politóloga, analista política y consultora en temas relacionados con América Latina y Marruecos, Directora del Observatorio CPLATAM -Análisis Político en América Latina-; Mohamed Bendriss Alami, antiguo Director Regional Adjunto de UNICEF para el Oriente Medio y África del Norte (MENA), Representante de UNICEF en varios países de África y de Asia. El Club Diplomático Marroquí (CDM) nos permitió acompañar a los miembros del CDM durante las visitas guiadas a Chauen y a Tetuán en el mes de junio (2019) con el propósito de elaborar este reportaje para nuestros lectores. Extendemos nuestro agradecimiento al embajador Taieb Chaoudri, presidente del CDM.
[2] Actualmente en Chauen se sostienen del sector turismo diferentes profesiones y oficios (formales e informales). La mayoría de estos actores son jóvenes con un cierto nivel de formación y experiencia; también se han involucrado los artesanos de la ciudad (y quienes realizan oficios de mano de obra como carpintería, albañilería, ferretería, etc.). Se corrobora la presencia de algunos expatriados profesionales, sobre todo españoles, que han creado, restaurado y transformado varias unidades turísticas en las antiguas casas de la Medina. Lo anterior ha revalorizado el capital inmobiliario de la Medina que se había visto desvalorizado a partir de la última década de la presencia colonial y cuya desvalorización se aceleró después de la independencia del país. El aumento progresivo de vehículos modificó las formas de vida e impactó en la ciudad pues la Medina solo admitía el transporte animal o pedestre. Muchas familias dejaron su residencia en la Medina y se ubicaron en la parte moderna de la ciudad, accesible a los vehículos, fuera de las murallas. Nótese que la velocidad con la que avanza el turismo devela algunas señales de disfunción infrastructural, ausencia o insuficiencia de la infraestructura sanitaria, precariedad en materia de servicios (transporte), saturación en la Medina (desorden en el ensanche de la Medina incluida la parte moderna), desaparición de varias profesiones y oficios e incluso ineficiencia en la gestión administrativa de la ciudad. Signos que quizá no son comprendidos cabalmente por parte de las autoridades locales, provinciales y nacionales. En el mejor de los casos las soluciones adoptadas para la resolución de algunos problemas responden a modelos genéricos aplicados a todo el país desconociendo las particularidades de la región y en consonancia con el modelo de desarrollo nacional (proyectos del INDH y otros modelos sectoriales).
[3] No obstante, la zona sur de Marruecos no hizo parte de este acuerdo. De hecho, en 1958 el general Francisco Franco, jefe del Estado español, firmó un decreto haciendo de Sidi Ifni una provincia española y el resto de la zona sur ocupada por España (Tarfaya, Río de Oro y Dakhla), adquirió el estatus de provincia del Sahara español, con lo cual España se arrogó ese territorio marroquí. La maniobra, sin embargo, no silenció ni desalentó las reivindicaciones del pueblo marroquí y de sus líderes que lograron recuperar los territorios del sur en diferentes etapas (en un proceso que concluyó hacia finales de 1975 con la retrocesión del Sahara mediante la firma de los Acuerdos de Madrid y la salida definitiva de España del Sahara en los primeros meses de 1976).
[4] El movimiento nacionalista del norte de Marruecos también se movilizó por la causa palestina a nivel nacional e internacional, por el contacto que ha mantenido con Palestina desde 1926, pero también por la plaza que ocupa ese territorio hermano como referencia religiosa (la Mezquita de Al-Aqsa). Marruecos estuvo —y sigue estando presente— en diferentes eventos de apoyo a Palestina tras la creación del Estado de Israel en 1948.

CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©

Noviembre, 2019

  1. […] Tetuán, la capital del protectorado español. En 1912 Marruecos fue presionado por las grandes potencias coloniales para firmar un convenio de protectorado con Francia. Ese hecho posibilitó el reparto de Marruecos entre Francia y España. La claúsulas de este convenio establecieron que las zonas ocupadas por España serían el norte y el sur (Sidi Ifni, Tarfaya, Río de Oro y Dakhla Oued Eddahab), una superficie total de 299.000 Km² que estarían bajo autoridad del Khalifa del Sultán. La disposición que confirma y materializa la autoridad del Reino sobre este territorio fue tomada por S.M. el Sultán Mohamed Ben Yusuf, el 13 de mayo de 1913, cuando designó al Príncipe Muley el-Mehdi Ben Ismael como Khalifa del Sultán en las zonas ocupadas por España (con residencia en Tetuán). Desde entonces, el Khalifa aplicó la autoridad de nombrar a todos los responsables territoriales marroquíes en toda la zona. También hizo parte de sus competencias y atribuciones la divulgación de toda la legislación que organiza la regencia en los territorios ocupados. Este arreglo mantuvo su vigencia hasta la declaración de independencia (7 de abril de 1956)[3]. […]

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