Por Jamal Mechbal*

El pasado mes de julio, durante en mi intervención sobre la cuestión del Sahara occidental marroquí en el marco del Curso de Verano organizado por la Universidad de Cádiz (España), tuve ocasión de plantear cuál es la contraparte (efectiva) que enfrenta a Marruecos y con la que el Reino deberá negociar para alcanzar una solución justa, duradera y realista a la controversia del Sahara. ¿Es Argelia o es el Frente Polisario? Marruecos reclama la participación de Argelia en las negociaciones porque considera que es parte esencial e ineludible en el conflicto, aunque el régimen argelino se niegue a admitirlo, Argelia es parte primordial e inevitable para hallar la solución si la comunidad internacional realmente desea la resolución de este diferendo.
En una tribuna del El País (28 de agosto 2008), titulada: “El largo y complejo problema del Sahara”, el antiguo Enviado Personal del Secretario General de las Naciones Unidas para el Sahara Occidental, Peter van Walsum, escribió: “Si el Polisario sigue exigiendo un referéndum para la independencia, Marruecos lo rechazará de nuevo y el Consejo de Seguridad insistirá en alcanzar una solución consensuada. Y nada cambiará”. La frase resume la realidad de la contienda estancada durante décadas. Por su parte, el desaparecido Bujari Ahmed, delegado del Polisario ante las Naciones Unidas, consideró en otro artículo que se trataba de una simple profecía del ex Enviado Personal. No obstante, transcurridos diez años desde que van Walsum hiciera su lúcido pronóstico, el tiempo se encargó de demostrar que la suya no era una simple profecía.
¿Por qué no ha sido posible llegar a un acuerdo entre las partes, transcurridos tantos años de confrontación armada y política?
Mi planteamiento coincide con el de la mayoría de marroquíes, gobernantes y ciudadanos. No se ha podido llegar a ninguna solución porque la contraparte en la controversia frente a Marruecos no es, realmente, el Frente Polisario sino Argelia. No se trata de una opinión baladí o de un juicio infundado. La historia corrobora estos planteamientos. Es cuestión de ir a los documentos y a las declaraciones de los implicados, incluidos los altos responsables españoles que documentaron el proceso de descolonización del Sahara. Las autoridades españolas ya hacían, en la década de 1970, referencia a la implicación de Argelia en la cuestión, pese a que discursivamente Argelia declaraba, en ese entonces y sostiene hasta hoy, que es ajena al conflicto, cuando es, efectivamente, el actor principal en la disputa y la causa para no llegar a resolver este tema.
El Frente Polisario
A principios de la década de 1970, jóvenes marroquíes -de origen saharaui- y en su mayoría hijos de miembros del ejército marroquí de liberación del Sahara, ansiosos de liberar el Sahara del colonialismo español, entre ellos el fundador del Polisario, El Uali Mustafa Sayed, que militaba en las células del Partido Comunista Marroquí, conocido posteriormente como Partido del Progreso y el Socialismo (PPS), contactaron con los líderes de los partidos políticos marroquíes, solicitando que se iniciara la lucha armada contra España, en lugar de las batallas diplomáticas que acaecían en las Naciones Unidas.
Los partidos políticos marroquíes respondieron rechazando la aventura de la lucha amada en el momento en que el Reino libraba la batalla en el terreno diplomático, esto es, ante Naciones Unidas. Tras la negativa, un sector de estos jóvenes saharauis, liderados por El Uali y apoyados por la Libia de Gadafi y por el régimen militar de Argel, fundaron el Frente Polisario.
El 10 de mayo 1973, se creó el “Frente Popular de Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro” (Frente Polisario) y eligió como lema “con el fusil conquistaremos la libertad”. Desde el día de su nacimiento declaró que ostentaba la exclusividad y el monopolio de la representación de las masas saharauis.El texto del manifiesto señaló que: “nace como la expresión única de las masas, que opta por la violencia revolucionaria y la lucha armada como medio, para que el pueblo saharaui, árabe y africano pueda gozar de su libertad total y enfrentar las maniobras del colonialismo español”. (Los subrayados, las cursivas y las negritas que aparecen en el texto son mías).
El Polisario nació a imagen y semejanza de los regímenes libio y argelino. Y, con el apoyo de ambos, se erigió como organización político-militar, monocolor, de pensamiento único y con un espíritu hegemónico. Un movimiento armado que se atribuyó a sí mismo la representación de las masas saharauis excluyendo otras expresiones como el Partido de Unión Nacional Saharaui (PUNS) y el Movimiento Revolucionario de los Hombres Azules (MOREHOB). El Polisario se fundamentó en el uso de la violencia y en la fuerza que emanaba de los fusiles, suministrados por las dos dictaduras patrocinadoras (Argelia y Libia), denotó carencias en cuanto capacidad y habilidad negociadoras, descartó la fuerza de la razón, es decir, al interior del movimiento subversivo no primó la razón sino la fuerza.
¿El Frente Polisario es un movimiento realmente independiente y soberano en sus decisiones o es un instrumento en manos del régimen argelino, al servicio de sus intereses políticos y estratégicos?
Durante las décadas transcurridas, los responsables de este movimiento armado han vivido fuera del territorio disputado y han estado desconectados de la población del Sahara, desconocen las grandes transformaciones que han experimentado las provincias del sur. La mano argelina en este asunto es tan evidente que fue la que acogió o cedió el territorio de Tinduf (otrora marroquí y más tarde argelino) para que el Polisario se instalara. Los representantes del Polisario no conocen, porque no han vivido, la nueva realidad (en terreno) del territorio disputado. Incluso, admitiendo que el Polisario tuviera cierta representatividad sobre un pequeño sector de saharauis que fue mermando con el tiempo, la realidad del movimiento separatista devela que fue absorbido por Argelia y que permanece bajo dominación de los argelinos.
Argelia y el Sahara occidental español
El coronel Luis Rodríguez de Viguri, que fue secretario general del Gobierno del territorio del Sahara, desde junio de 1974 hasta 1976, en su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, el 13 de marzo de 1978, expresó: “el General [en referencia al General Salazar, Gobernador del Sahara y máxima autoridad en el territorio] reiteradamente movió todos los resortes de que disponía para entrevistarse con el Polisario para facilitarle puestos, si hacía falta, en la Comisión de Gobierno, pero siempre rehuyó el tomar parte activa en estas conversaciones, tal vez porque, generalmente, en estas reuniones estaba siempre presente un oficial del Ejército argelino” (Boletín de las Cortes. Número 30 del 13 -03- 1978. p.16).
El general Salazar, por su parte, ante la misma Comisión y el mismo día, refirió los casos de dos españoles secuestrados por el Polisario (un militar y un industrial canario), que no consiguieron ser liberados. Estos secuestros obligaron a las autoridades españolas a realizar ingentes esfuerzos y a autorizar el traslado a Colomb–Bechar, una ciudad argelina, para hacer una visita al coronel jefe de la región y tratar el tema. El general español fue recibido por el coronel argelino quien sostuvo que “eso era cosa de los Polisarios y que me proporcionaría una reunión con ellos, cosa que yo no había logrado jamás. El Coronel organizó la visita y se celebró días después en Mahbes, a la que asistió El Uali” (Boletín de las Cortes. Número 30 del 13 -03- 1978. p.31).
El general Eduardo Blanco, director general de Promoción del Sahara, al comparecer ante la misma Comisión el mismo día, refirió la implicación de Argelia en la cuestión del Sahara y dijo que ésta fue un asunto con España y “pasó a agravarse como un problema serio entre Marruecos y Argelia. Para Argelia era vital el debilitamiento de Marruecos”. Más adelante, el general Blanco dio cuenta de la visita que hizo a su despacho en Madrid el coronel Slimane Hoffman, director de gabinete y conocido hombre de confianza del presidente argelino Houari Boumédiène. El motivo de la visita fue indicarle “que había que lanzar contra la Marcha Verde a los saharauis, a los que nosotros teníamos que armar”.
El coronel Hoffman y su “grupo de presión argelino”, según Blanco, se entrevistaron con los Procuradores saharauis que estaban en aquel momento en Madrid. Tuvieron una entrevista que duró toda la noche. Conversando y “convenciéndoles de que la tesis que había que defender era la de apoyar a España, que iba a batirse por ellos”. Concluye Blanco: “a mí me dieron la sensación de que estaban decididos a defender el Sahara, hasta el último saharaui o hasta el último español; no entraba en sus propósitos el entrar en guerra ninguna contra sus hermanos marroquíes”. Más adelante, contestando a las preguntas de los diputados, Blanco comentó la actuación del responsable argelino: “Fue sencillamente un señor que venía a exponer un problema y a decir que él tenía la solución, que era ésa: la de armar al Polisario y lanzarlo sobre la Marcha Verde” (p. 52). En síntesis y según las propias palabras del General Blanco en “este momento el problema, en que aparecía España implicada por causas históricas, pero que no tenía vigor actualmente, pasó a ser lo que auténticamente era: un problema entre Argelia y Marruecos (p. 42).

Pedro Cortina Mauri, ministro de Asuntos Exteriores de España en ese momento, narró su noche más larga estando en Argel, negociando con el Polisario la liberación de los militares raptados, que fueron conducidos como rehenes a Argelia. “Recordaré siempre esa noche, la más larga y negra de mi vida, que terminada las cuatro y media de la madrugada. Fue una conversación sumamente laboriosa”. El punto crucial, según el ministro, fue que el Polisario exigía su reconocimiento y la entrega del territorio. Cortina Mauri contó como tenía que esforzarse en convencerles del error que podía cometer el Polisario con ello y, además, les explicó que carecía de facultades para hacer el reconocimiento que exigían. “El error consistía en que un reconocimiento anticipado del Frente Polisario era tanto como predeterminar el resultado del referéndum”. Cortina Mauri aclaró que, con esa exigencia, el Polisario intentó predeterminar la autodeterminación y sin ninguna otra razón que la fuerza y la violencia, pretendió que: “se reconocía que una fracción de la población levantada en armas, como era el Frente Polisario, podía ser el representante genuino de toda esa población”. Para el funcionario lo peor que podía suceder “era que España perdiera su credibilidad frente a los demás […] era darle la razón a Marruecos, que sostenía que detrás del Frente Polisario lo que había era otros países”. Lo anterior evidenció, ante la Comisión de Asuntos Exteriores, el grado de implicación de Argelia y su responsabilidad en el conflicto:
“Ahora bien, ¿qué significado tenía esta actitud del Frente Polisario? Pues la de predeterminar, como he dicho, el proceso descolonizador. Pero ¿qué significaba a su vez el que esto se pudiera hacer en territorio argelino y bajo la soberanía argelina? […] que un país [como Argelia] que aparentaba querer exclusivamente una autodeterminación auténtica, y que no tenía a su decir ninguna apetencia territorial, en contraste con la pretensión marroquí, sin embargo, el hecho de que todo eso pudiese ocurrir bajo su soberanía, es indudable que le responsabilizaba”.
Para el funcionario español “en Derecho internacional no sólo un Estado se responsabiliza con lo que realicen sus órganos, cuyos actos son directamente imputables al Estado, sino con todo aquello que ocurre en el territorio” (p.72).
Cortina Mauri, ante los miembros del Congreso de España, expresó de forma concluyente: “Querer predeterminarlo desde otro territorio y mediante una organización a la que daba cobijo Argelia, indudablemente le responsabilizaba”. Por lo anterior: “Argel, a su manera, lo venía a obstaculizar y a condicionar”, en referencia al proceso de autodeterminación. Esta constatación de los hechos, durante más de cuatro décadas, constituye la realidad vigente: Argelia sigue obstaculizando la autodeterminación y todo intento serio para alcanzar una solución negociada.
Otro momento destacado de la intervención de Cortina Mauri ante la Comisión tuvo lugar cuando explicó que el 16 de octubre de 1975 entró en contacto -en la Asamblea General- con Marruecos, Mauritania, Argelia y ciertos países árabes. En esa ocasión, Mauritania, principalmente, y Marruecos, en cierto modo, “empezamos a entrar en razón sobre la posibilidad de una solución de compromiso en que la zona se organizara en un cierto régimen de autonomía, en que todos contribuyeran a hacerla viable. Porque, realmente, las condiciones físicas del territorio, si los países limítrofes no respetan lo que allí ocurre, es muy difícil que tenga viabilidad”.
Pero, según Cortina Mauri, donde encontró “una completa incomprensión” fue en Argelia. El régimen argelino “consideró que esto sería una especie de amaño…”. Para el funcionario español la posición argelina respondía, entonces, a una doble motivación: por una parte, “había toda la experiencia de Buteflika que había sido Presidente de la Asamblea General el año anterior lo que le daba cierta euforia onusiana”; y, por otra parte, “porque sin duda estaba muy seguro del resultado del referéndum en virtud de la predeterminación a que antes me he referido”. Argelia daba por hecho que “podía operar como una realidad de hecho”, cuando el referéndum tuviera lugar y “en el supuesto de que realmente el Frente Polisario condicionara la mayoría”. Por ello, posiblemente, “fiado en ello, no quisiese entrar ni siquiera en la consideración de una solución de compromiso” (Boletín de las Cortes. Número 30 del 14 -03- 1978. p.73-74).
Las palabras de Cortina Mauri mantienen la vigencia y el rigor. El curso del tiempo y de los acontecimientos solo han reafirmado sus observaciones sobre el papel desempeñado por Argelia en la cuestión.

El otro testimonio español de gran relevancia respecto a la implicación de Argelia fue el de José María de Areilza y Martínez-Rodas, ministro de Asuntos Exteriores (1975-1976), que fue designado el 11 de diciembre de 1975 en sustitución de Cortina Mauri. A los pocos días de posesionarse en su cargo, los días 20 y 21 de diciembre (1975), viajó a París para participar en la conferencia Norte-Sur. Estando allí tuvo la ocasión de conocer al actual presidente argelino Abdelaziz Bouteflika quien se desempeñaba en ese momento como ministro de Relaciones Exteriores de Argelia. “A petición de este mantuve un largo debate a solas de casi dos horas”. Explicó que le hizo “una apasionada declaración contra el acuerdo de Madrid y que Argelia considera como una traición, traición a la buena amistad que había presidido nuestras relaciones bilaterales desde el establecimiento de las misiones respectivas” (Diario de Sesiones del Congreso. Número 31. 1978. p. 54 y siguientes)
Según Areilza, “Buteflika me habló con pasión y creo que con un sincero pesar del inevitable deterioro que se había producido con ese motivo entre Madrid y Argelia, pero me llamó la atención también que su dialéctica no se dirigía solamente a defender la causa del pueblo saharaui o del Frente Polisario, a los que aludió de pasada, sino a protestar de lo que él llamaba política envolvente, política que, a su juicio, representaba la declaración de Madrid para su país”. Bouteflika le expresó en esa ocasión al funcionario español: “Argelia -me dijo- no tiene intereses expansionistas de ninguna especie en estos territorios, pero no quiere ser taponada” (Diario de Sesiones del Congreso. Número 31. 1978. p. 54 y siguientes).
Al analizar el mapa, se puede sugerir que las palabras de Bouteflika traicionaron su subconsciente: Marruecos -en el Sahara- no tapona ni envuelve a Argelia. Todo lo contrario. En cambio, Argelia en el Sahara sí que tapona a Marruecos y le corta sus raíces africanas, convirtiéndole en un territorio asediado por su hermano argelino. Nótese que las declaraciones ante el Congreso de los Diputados de los altos cargos españoles y responsables de la cuestión del Sahara, no dejaron lugar a dudas respecto a la implicación directa e interesada de Argelia en el diferendo del Sahara. Argelia es la parte esencial y principal en esta cuestión y supera al Polisario, lo convirtió en su marioneta, aunque nunca llegó a reconocerlo públicamente. No obstante, en los hechos la historia lo corrobora. El Polisario no es y no ha sido el protagonista de esta disputa territorial, es y ha sido, más bien, un complemento indirecto que coadyuva a mantener vigente el tema y los intereses e ilusiones de Argelia sobre el Sahara marroquí. Este es el resumen del conflicto y la participación de la contraparte efectiva en el mismo.
*Jamal Mechbal es jurista, ex diplomático marroquí y columnista en medios de España y Marruecos.
Artículo para CPLATAM -Análisis Político en América Latina-
Octubre, 2018
José María Lizundia
Con todo lo que se ha escrito en España sobre la descolonización del Sáhara, resulta increíble el mérito de los tratadistas, algunos historiadores, españoles por ignorar las propias fuentes españolas que resultan poco beneficiosas para la causa del Polisario.
El rigor y conocimiento que Jamal Mechbal ofrece en todos sus trabajos, tiene en este un mérito añadido: la denuncia, al desvelar como los autores españoles han expurgado de sus estudios, todo lo que pudiera perjudicar al Polisario. Para esos autores, Argelia viene a ser una toponimia próxima. Ya vemos la calidad y credibilidad del relato descolonizador español. Bochornoso.
Mis felicitaciones a Jamal Mechbal
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