
Los emigrantes dejan sus países de origen buscando democracia, libertades y prosperidad económica
Causas de la emigración
El hambre, la represión de los gobiernos, las guerras y los conflictos, son algunos de los factores determinantes que inciden para que millones de ciudadanos abandonen sus países de origen y se expongan a todo tipo de riesgos y peligros para tratar de salvar sus vidas y buscar mejores condiciones y perspectivas a nivel individual y familiar. Vistas las cifras de las crisis migratorias más severas el panorama no es alentador.
No hay que perder de vista las responsabilidades que en las crisis migratorias tienen los países de origen de los emigrantes. Si se ve del lado oriental y africano transcurrieron más de 50 años de los procesos de descolonización y son raros los casos de éxito de las élites políticas poscoloniales, pese a que varios países de estas regiones han recibido importantes ingresos en estas décadas. Sin embargo, sus gobernantes han sido incapaces de establecer Estados de derecho, democracias, gobernanza e inclusión social. Al contrario, como analiza Loris Zanatta, han creado feudos patrimoniales al servicio del jefe y de su clan, basados en la arbitrariedad, el clientelismo y la corrupción. «Su producto han sido la miseria y la emigración».
Una mirada desde el Magreb también plantea inquietudes en el sentido descrito por Zanatta: «Es difícil de comprender cómo es posible que un país como Camerún no consiga que su población quiera vivir y permanecer en su país, siendo ese un territorio rico en petróleo, minerales, madera, ganadería, agricultura, recursos humanos e hidráulicos, con acceso al mar, entre otros elementos […] Camerún es un país con una gran riqueza en recursos naturales y humanos. Es un país bilingüe, con francés e inglés. No obstante, el presidente Paul Biya lleva [cerca de] cuatro décadas en el poder y es un protegido de Francia», cuestiona Mohamed Bendriss Alami, antiguo Director Regional Adjunto de UNICEF para la Región de Oriente Medio, incluida la República Islámica de Irán y el Norte de África. El experto marroquí apunta a los países occidentales que muchas veces motivados por los beneficios económicos que les representan sus antiguas colonias protegen a los dictadores de estos países que han sido incapaces de crear condiciones para que sus ciudadanos puedan tener una vida digna.
Loris Zanatta, académico de la Universidad de Bolonia, también observa que el heterogéneo islam vive actualmente una transformación y las sociedades musulmanas experimentan la crisis de disgregación comunitaria. Ese es un proceso traumático y el mayor canal de transmisión de esa crisis del islam es la emigración. Estos cambios que experimentan los países de confesionalidad islámica tienen que ver con la ascendente secularización de las costumbres, el descubrimiento del individuo, la sociedad de consumo y el desafío de la laicidad.
Consecuencias, retos y desafíos que plantea la inmigración
Europa, a pesar de las críticas que ha recibido estos años por su manejo del tema migratorio — y aquí parecen coincidir el académico de Bolonia y el diplomático argentino, Fernando Petrella —, sigue siendo la meta de millones de ciudadanos procedentes de diferentes países árabes, islámicos y africanos. Fernando Petrella subraya que los inmigrantes vienen desde África y Oriente hacia Occidente, buscan llegar a Europa. El diplomático argentino recordó alguna conversación con Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y apunta que los emigrantes, además de prosperidad económica y movilidad social ascendente, eligen ir a países con democracia y libertades plenas. Los emigrantes dejan sus países de origen porque quieren vivir en libertad. No al contrario.
Las crisis y fenómenos migratorios plantean la necesidad de actualizar la mirada que se tiene sobre la inmigración. Es decir, deben contemplarse las diferentes aristas, facetas y dimensiones de la inmigración que, como destaca Zanatta, supone grandes retos en lo político, social, cultural, espiritual y económico. Véanse tanto la xenofobia como la integración, la criminalidad como la ciudadanía ejemplar, la explotación como a los inmigrados creadores de empresas, la marginalidad, pero también la movilidad social. Este es un proceso de transformación histórica tan extraordinario como complejo y, por lo mismo, precisa un tratamiento serio. ¿Qué significa esto? Que debe superarse la lectura de la «emergencia» o crisis temporal o coyuntural, para comprender que este es un cambio que durará décadas y que va dejar un mundo diferente del que se conoció, no de forma momentánea sino para siempre, en ello coinciden tanto el historiador italiano, como el experto marroquí.
Advierte Zanatta que «es inútil e inhumano edificar murallas contra la inmigración», pero también resulta inútil la predica moral que promueve la hermandad y lanza cruzadas contra el egoísmo porque en la vida real una política de apertura indiscriminada resulta inviable, aunque sea ética y políticamente correcta. La política de apertura indiscriminada no solo es insostenible en términos económicos sino que coadyuva a exacerbar las tensiones sociales, las conductas y las acciones radicales. El historiador reconstruye que los países que han tenido grandes migraciones son conscientes de que los fenómenos migratorios generan reacciones identitarias, rechazo de la heterogeneidad y nacionalismos excluyentes. Las reacciones resultan más virulentas en los sectores más vulnerables. Véanse las concentraciones de inmigrantes en los barrios y sectores más pobres. Está claro que debe fomentarse la instrucción, el empleo, la protección social de los inmigrantes, y, al mismo tiempo, establecer criterios eficaces para acogerlos. Los refugiados que huyen de las guerras deberían tener prioridad. Es decir, son necesarios los canales de migración legal y organizada, las políticas graduales y con mayor eficacia, enfatiza el académico de la Universidad de Bolonia.
Finalmente, cabe recordar que en diciembre de 2018, en Marruecos, 164 países adoptaron formalmente el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular que comprende 23 objetivos. Representantes políticos de los cinco continentes se dieron cita en Marrakech durante la Conferencia Intergubernamental. Con el Pacto se busca facilitar la migración legal y gestionar mejor los flujos migratorios que superan los 250 millones de personas a nivel global. Esta cifra representa algo más del 3% de la población mundial. Nótese que al Pacto se llegó en julio de 2018 luego de 18 meses de negociaciones en las Naciones Unidas. Este es un acuerdo no vinculante orientado a la promoción de un enfoque común para asumir los crecientes flujos migratorios, así lo reseñó en su momento el diario colombiano El Tiempo. La iniciativa recibió los embistes de políticos populistas y conservadores que lo desmerecieron por considerar que es una ofensa a la soberanía nacional. Estados Unidos, Hungría, República Dominicana, Australia, Israel, Polonia, Eslovaquia, República Checa, Austria, Suiza, Bulgaria y Chile lo rechazaron, abandonaron y/o anunciaron previamente que no participarían. El presidente Bolsonaro, en Brasil, hizo lo propio tras su arribo al poder en 2019.
Las crisis migratorias de mayor gravedad, cuantitativamente hablando, así como los factores que las impulsan o los desafíos que enfrentan los gobiernos para responder a los fenómenos migratorios y los límites y oportunidades de la inmigración fueron algunos temas analizados recientemente en De ida y vuelta por Jorge Elías, Noor Ammar Lamarty y Mohamed Bendriss Alami.
Clara Riveros, analista política y directora de CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©
Julio, 2020
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