Bolivia se inspira en China y Ecuador en Angola

A mediados de mayo se celebró en Cochabamba (Bolivia) el VIII Congreso Departamental del Movimiento Al Socialismo (MAS) que lidera el presidente Evo Morales. Una de las determinaciones fue trabajar desde ahora “buscando todos los argumentos constitucionales, jurídicos, técnicos”, para hacer posible una nueva reelección del presidente en las elecciones de 2020. Una tercera reelección no es posible, está prohibida constitucionalmente. De hecho, la segunda también lo estaba, pero el presidente argumentó que su primera gestión no tenía validez porque fue antes de la refundación de la patria o de la fundación del Estado Plurinacional.

Tras su victoria en 2014, el presidente señaló que “por ahora no” estaba pensando en una nueva reelección. Bastaron unos pocos meses para cambiar de parecer: “el proceso puede ser como en China. Gobernar para toda la vida, pero sirviendo al pueblo boliviano y no estamos lejos de eso”, según reseñaron los diarios locales. Días antes, el vicepresidente, Álvaro García Linera, arrojó que Bolivia tendrá salida al mar siempre que tengan la conducción del líder del MAS. Morales, al culminar su actual mandato habrá completado 14 años en el poder.

El presidente de Bolivia comete un error al tomar como fuente de inspiración a China, ese país es denunciado constantemente por la violación de derechos humanos y las fuertes limitaciones en materia de libertades.

No sólo se equivoca Morales en Bolivia, también lo está, cada vez más, el gobierno ecuatoriano.Rafael Correa, como su homólogo boliviano, refundó la patria y promulgó una nueva Constitución que no se priva de interpretar a beneficio, considera presentarse a una nueva reelección para un cuarto periodo en 2017, porque “la alternancia la decide el pueblo en las urnas”.

Correa anunció en mayo del año pasado que su vida ya no es suya, sino de su pueblo y que estará donde se lo exija “el momento histórico”,solicitó así a la Asamblea Nacional dar trámite a la reelección indefinida de funcionarios elegidos por voto popular, de la que él se beneficiará. Desde entonces, ha estado ilustrando a la ciudadanía sobre qué es la democracia, desde luego, no se trata de la obra de Giovanni Sartori.

Correa estructura su pensamiento político inspirado en grandes líderes regionales y de otras latitudes que destacan por su marcado autoritarismo. Para él ha sido fundamental cuestionar la alternancia en el poder –que algunos entendemos- como elemento indispensable de la democracia.

Ese planteamiento es para el mandatario “pura teoría burguesa”, como también lo es la democracia del consenso y, en tanto imposición, es sustituible por la democracia del conflicto y la confrontación, en la que se siente muy cómodo.

Lo anterior se infiere de su presentación del pasado fin de semana en el informe anual a la Nación donde no perdió la oportunidad para dirigir sus aproximaciones sobre la democracia a los “queridos jóvenes” ecuatorianos.

Otro que hizo su aporte analítico respecto de estas cuestiones, a través de su cuenta de Twitter, fue el canciller Ricardo Patiño, quien se reunió la semana anterior con el presidente de Angola. Patiño destacó que “a pesar de estar 33 años en el poder”, el presidente de ese país africano había alcanzado 74% de los votos en los comicios de 2012.

El periodista José Hernández tuvo que recordarle al canciller ecuatoriano que, las elecciones a las que se refirió fueron cuestionadas por fraudulentas, por reprimir a la oposición y a los medios de comunicación, además del enriquecimiento del presidente y su familia con los recursos del Estado, mientras que el nivel de miseria en ese país alcanza un 70% y la población vive con menos de dos dólares diarios. La violación de derechos humanos y la represión desde el Estado son una constante.

Sin embargo, esa situación no es patrimonio exclusivo de Angola, tal y como cuestionó Hernández. “¿Ignora Patiño que los demócratas en África incluyen a Dos Santos entre los dictadores-sátrapas de ese continente? Robert Mugabe en el poder en Zimbabue desde hace 35 años. Paul Biya, 33 años en Camerún. Obiang Nguema, en Guinea Ecuatorial desde 1979. Yoweri Museveni, en Uganda desde hace 29 años. Idriss Déby, presidente de Chad desde hace 25 años… En la lista están Congo, Gambia… Muchos de ellos fueron líderes de la lucha anti colonialista y, tras llegar al poder, se quedaron ahí… emplomados al sillón presidencial”. América Latina aportó su cuota con Cuba y la dictadura de los hermanos Castro que ya completa 56 años.

Todos estos, aquí y allá, anclados al poder y sirviéndose e instrumentalizando el discurso anticolonialista y antiimperialista durante largas décadas, se han permitido cargar de resentimiento a las sociedades, mientras las reprimen y comenten todo tipo de excesos. Asimismo, enriquecieron sus arcas personales mediante el desfalco de los recursos públicos, hicieron instituciones fachada sin que exista en esos países una real división de poderes, ni justicia independiente.

En ese contexto, la violación de derechos es deliberada, sistemática y puede corroborarse en los diferentes informes de Human Rights Watch, Freedom House, el Comité para la Protección de los Periodistas y CADAL sobre el Examen Periódico Universal en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Se trata del seguimiento de prestigiosas organizaciones a la situación de derechos, el ambiente de libertades (expresión, prensa, reunión, asociación) y el clima de censura en esos países, no es el imperio y no se trata de una conspiración internacional.

No es casualidad que sean los países mencionados y otros más los que ocupan los últimos lugares en cuanto a derechos humanos y libertades. La realidad es que restringen, reprimen y violan los derechos de los ciudadanos. No se pueden considerar democracias, sino, más bien, regímenes dictatoriales que no consideran la alternancia y bajo esa premisa, todo lo demás es accesorio, por ende, prescindible.

Bolivia y Ecuador alertan sobre el grave detrimento de las instituciones. La explícita referencia, simpatía y legitimación a esos modelos dictatoriales por parte de sus gobernantes y funcionarios no puede más que alarmar. ¿Hasta dónde habrá que retroceder para sentirse emancipados? ¿Por qué ofender la inteligencia de la ciudadanía? ¿Por qué la ciudadanía lo permite y hasta cuando lo permitirá?

Las mayorías también se equivocan, la fervorosa militancia de los países andinos debería plantearse sí pasar de un régimen populista y autoritario a un modelo dictatorial es viable y deseable. La izquierda latinoamericana tan seducida por estos líderes también debería considerarlo.

Tal vez sea tiempo de abandonar ese discurso maniqueo que permitió relativizarlo todo en nombre del antiimperialismo y el anticolonialismo y entender que, sin alternancia no hay democracia. No basta con la simulación de elecciones periódicas, no siempre mirar a Asia y a África es la mejor opción para América Latina.

Por Clara RIVEROSpara SudAméricaHoy

Mayo 28, 2015

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