Una crisis migratoria y humanitaria como retaliación a España por cuestiones políticas y diplomáticas

Portada reciente del semanario marroquí Telquel, en su edición del 21 al 27 de mayo: «Harragas. Arma de presión marroquí. En nombre de su integridad territorial, el reino ha utilizado la cuestión migratoria para llevarla a un nuevo nivel en su demostración de fuerza con respecto a España. Un cálculo tan cínico como peligroso».

 

Por Clara Riveros*

La cuestión migratoria precisa ser tratada con enfoques racionales y razonables. Loris Zanatta analizó, hace unos años, esas zonas grises y los claroscuros que ha presentado Europa en el tema migratorio, pero también la responsabilidad de los países emisores de emigrantes en la generación de miseria y en la consecuente emigración. La corrupción, la precariedad, la pobreza, el autoritarismo, la falta de democracia, de libertades, de condiciones políticas y económicas que procuren formas de vida dignas empujan a los ciudadanos a emigrar. Esa es una realidad incontestable que tiene lugar en los países latinoamericanos, asiáticos, africanos y árabes como analizaron Mohamed Bendriss Alami, ex director regional adjunto de Unicef para Medio Oriente, incluido Irán y el Norte de África, la investigadora Noor Ammar Lamarty y el periodista Jorge Elías, quienes comentaron e ilustraron desde África, Europa y América, los diferentes fenómenos migratorios y las crisis migratorias que tienen lugar en el mundo y que revisten enorme gravedad, aunque hayan sido desplazadas por la urgencia que impuso la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia de covid-19.

A las tensiones políticas y diplomáticas en la relación bilateral entre España y Marruecos se sumó la crisis migratoria y humanitaria generada en Ceuta y con ella históricas reclamaciones territoriales propias del siglo XX y una suerte de guerra religiosa 2.0. En las crisis migratorias y humanitarias la vida y la dignidad humanas pasan a un segundo plano y los eventos de Ceuta así lo registraron, con mayor razón cuando se trata de una retaliación de Marruecos a España por las acciones del Gobierno Sánchez.

Nacionales marroquíes y también subsaharianos (que tienen en Marruecos un país de tránsito), sufren carencias y precariedades, tienen necesidades y sueños, enfrentan distintas penalidades e incluso el riesgo de perder la vida en el mar intentando llegar a Europa animados por el deseo de tener una vida con algo más de dignidad que en sus países de origen y acogida provisional. Noor A. Lamarty, ha referido la perspectiva o dimensión humanitaria de esta crisis: «Ese sueño europeo que luego se traduce en CÍEs (Centros de Internamiento de Extranjeros), en racismo institucionalizado, en el cual todos esos jóvenes focalizan el maltrato en el país receptor y no en lo enfermizo de no poder reclamar a su propio país la desgracia de haberlos abandonado». No hay que ser un enemigo de Marruecos para notar que estas personas han sido usadas por Marruecos para presionar a España y en sentido amplio a Europa. La palabra que se ha utilizado por algunos marroquíes y por muchos españoles para designar o definir la actuación marroquí ha sido «chantaje». Otros marroquíes han dicho que una de las causas del retraso económico de Marruecos y de la pobreza que sufren las zonas del norte del país, además de la corrupción endémica y la ausencia de rendición de cuentas, tiene que ver con la prolongación del conflicto del Sahara y los miles de millones que Marruecos ha debido destinar a la defensa de su territorio en casi cinco décadas. «Y no sólo eso, en vez de invertir esos miles de millones en el desarrollo, la construcción de una infraestructura sólida, en escuelas, hospitales, etc., Marruecos tuvo que dedicar un porcentaje muy considerable de su presupuesto al mantenimiento de su Ejército y a la compra de armas». Un experto marroquí comentó que, si bien no puede omitirse la dimensión humanitaria de los hechos acaecidos en Ceuta, es preciso ir al fondo político y diplomático de la cuestión para ver cuál fue el detonante que llevó a esta situación. Y añadió que todo ello se debe al comportamiento «engreído» del Gobierno de Pedro Sánchez que ha sido incompetente y ha estado integrado por funcionarios de dudosa probidad.

En los días siguientes al alud migratorio continuaron las devoluciones desde España hacia Marruecos de los ciudadanos que entraron a nado en territorio español. Entre tanto, las autoridades marroquíes enfrentaron y reprimieron, en ciudades costeras, a ciudadanos que trataron de cruzar hacia España, algunas decenas de jóvenes lograron cruzar en los días siguientes. La declaración o el comentario en redes sociales, por parte del ministro islamista de Derechos Humanos no dejó lugar a sorpresas. Hasta el día de hoy se admite la inquietud de cómo puede este islamista, que no ha tenido reparo en deshumanizar a una parte de la ciudadanía, seguir al frente de ese ministerio. Mustapha Ramid aseguró en esta ocasión que su país ha sacrificado mucho en aras de la buena vecindad y que, por ello, se encuentra en «pleno derecho» de trasladar a España la «magnitud de su sufrimiento». Ramid concluyó diciendo que el Gobierno español sabía que «el precio de subestimar a Marruecos es muy alto». Recomendó también que Madrid revise su política y respete los derechos del país magrebí «como respeta los suyos».

Las declaraciones oficiales del canciller marroquí no fueron mejores. Nasser Bourita observó que la crisis migratoria hacia Sebta también fue generada por «la total inacción de la policía española» que, según él, tiene desplegado un policía por cada cien agentes marroquíes en las zonas fronterizas y, explicó que la falta de contención de la oleada migratoria, del lado marroquí, se debió a una situación de fatiga o de cansancio de los policías marroquíes tras el final de las festividades del Ramadán. Esta respuesta es, por supuesto, increíble para un país que se ocupa y preocupa tanto de los detalles, es una respuesta cínica que subestima principalmente a los ciudadanos marroquíes, pero suponiendo que esta respuesta fuera cierta, admite como otras declaraciones hechas por el jefe de la diplomacia marroquí diferentes cuestionamientos, ya no solo por la afectación a la imagen de un país que se proyecta internacionalmente como liberal y moderno y se promociona institucionalmente por sus cambios. La respuesta del canciller da pie para precisar que un país moderno y un sistema liberal no van argüir que sus agentes caen presos de la fatiga tras festividades religiosas y ello les impide resguardar sus fronteras, simplemente porque la religión y la política ya se han separado. La religión ha dejado de ser un asunto de Estado y los funcionarios son profesionales competentes para desempeñar los cargos y las funciones que asumen, es decir, la confesionalidad y la práctica religiosa (o abstenerse de ellas), son un asunto privado y estrictamente individual que no debe interferir en las funciones y misiones que les son encomendadas y designadas a los funcionarios y agentes del Estado. Por otra parte, Rabat pasó de justificar la fatiga de sus policías a exaltar, al día siguiente, la competencia y la sofisticación de sus servicios de inteligencia.

Nasser Bourita, el canciller marroquí, ha sido descrito como un «tecnócrata implacable» por la prensa nacional y extranjera, rinde cuentas al rey directamente y, habida cuenta de su sagacidad, perspicacia y experticia en el asunto del Sahara Occidental, ha obtenido importantes victorias diplomáticas para el reino, cuestiones que alguien mínimamente informado respecto a Marruecos no puede desconocer, como tampoco se puede ignorar que esa respuesta viniendo de alguien como Bourita, que no es Ramid y, en cambio, posee considerable capacidad de raciocinio, sensatez y sentido común, es decepcionante y simplemente inaceptable. O más bien corrobora que la inacción (de los agentes marroquíes para resguardar la frontera) fue, en sí misma, una forma de accionar deliberada por parte de Rabat. Y, por las mismas razones, resulta indigerible que los hechos promovidos, estimulados y acaecidos en Ceuta efectivamente obedecieron a la «fatiga» policial. Eso no lo cree nadie ni dentro ni fuera de Marruecos. A Bourita «le gusta controlar no solo el mínimo detalle de su ministerio sino cualquier matiz que pueda afectar a la imagen de su país», señaló recientemente el diario El País. Todo eso es rigurosamente cierto, pero esta vez el canciller debería conceder que el daño a la imagen del país, con la crisis migratoria y humanitaria generada en Ceuta, provino directamente de Rabat al instrumentalizar menores en su retaliación política y diplomática a España. Prensa marroquí y medios internacionales como Le Monde han observado que la reputación internacional de Marruecos ha sido «fuertemente degradada».

Omar Radi y Suleiman Raissouni, dos periodistas marroquíes que completan casi un año detenidos de forma provisional, han acudido a huelgas de hambre exigiendo su libertad

Por otra parte, con todas las declaraciones de Rabat invocando el Estado de derecho en España, en cuanto a división de poderes y a la acción oportuna de la Justicia española respecto a las investigaciones que cursan sobre Brahim Ghali, es imposible no preguntarse ¿por qué se defiende tanto la institucionalidad del vecino, pero internamente han ido vaciándose de sentido los mismos conceptos de justicia, Estado de Derecho y división de poderes? Está claro que la justicia independiente, en cualquier país que tiene un modelo de democracia liberal, es la columna vertebral del Estado de Derecho. Entonces, ¿por qué unos ciudadanos y periodistas marroquíes siguen en prisión preventiva desde hace casi un año? ¿Por qué se les han denegado sucesivamente sus solicitudes de libertad provisional? ¿Por qué el periodista y ciudadano Suleiman Raissouni, encarcelado desde hace casi un año —aquí no se invoca su inocencia pero sí se reclama que tenga acceso a una Justicia justa e independiente como piden cientos de ciudadanos, decenas de colegas y de organizaciones internacionales de derechos humanos—, ha tenido que acudir a una situación tan extrema como una huelga de hambre prolongada, que en la semana de la crisis migratoria completaba 45 días, para tratar de tener un juicio justo y obtener la libertad provisional sin ningún resultado en ese periodo? ¿Cómo ignorar que todo aquello ocurre en el mismo país que decidió erigirse hasta las últimas consecuencias en defensor del Estado de Derecho en España?

*Clara Riveros es politóloga, analista política y consultora en temas relacionados con América Latina y Marruecos. Autora de los libros Diálogo transatlántico entre Marruecos e Iberoamérica y Diálogos transatlánticos, Marruecos hoy. Directora de la plataforma CPLATAM que promueve ideas liberales y el seguimiento de la coyuntura política en los países de América Latina y el Magreb.

Mayo, 2020, CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©

  1. Felicidades por el nivel, rigor y valentía, la de llamar a las cosas por su nombre. Yo no salgo de mi perplejidad y honda decepción. El Mediterráneo su vuelve a ensanchar por sus extremos, esta vez también con hondas consecuencias que se verán a medio y largo plazo, porque ahora poniendo toda la carne en el asador, cerrando todas las puertas, en plan de disponer de mucha fuerza, de demasiada, es imposible ver. Nunca se ha hecho ante la opinión y conciencia europea tanto en contra Marruecos como ahora todos los días. Cuando esto pase, se advertirá que semiintegraciones o preferencias en Europa van a ser difíciles. Ni quiero seguir, porque no hay ninguna posibilidad de diálogo, solo advertencias y advertencias. Si íbamos ganando en el Sáhara, al menos sabrán que ya no hay ninguna `posibilidad, ni media ya. La antipatía hacia Marruecos la han disparado insensatamente. Esos modos destruyen todo, Me retiro,

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