Podemos y la cuestión del Sahara occidental marroquí

Por Jamal Eddine Mechbal

Hace pocos días, el 30 de noviembre, en el programa “Al rojo vivo” de La Sexta, un periodista dejó atónitos a muchos marroquíes y en general a todos los conocedores del tema del ex Sahara español. El periodista formulaba al vicepresidente segundo Pablo Iglesias una pregunta basada en planteamientos erróneos y afirmaciones falaces. Se preguntaba “si el Gobierno [de España] iba a cumplir la legalidad internacional y los acuerdos de la Unión Europea sobre el Sáhara Occidental” para que se realice “el referéndum de autodeterminación en la excolonia española, ocupada por Marruecos hace 45 años”.

En caso de que existiese la supuesta legalidad internacional correspondería a la ONU asegurar su cumplimiento, instando a todas las naciones a cumplirla y no cargando solo a España el sambenito. Además, el referéndum de autodeterminación al que hace referencia la pregunta es inaplicable y ha sido abandonado por las Naciones Unidas hace ya 20 años. Por último, conforme al derecho internacional, es incorrecto utilizar el término “ocupación” en el caso del Sahara, sobre todo porque hubo una transferencia de poderes de España a Marruecos, a raíz de los acuerdos de Madrid celebrados en conformidad con la Carta de la ONU y depositados en la Secretaría General de la ONU, la propia Asamblea General tomó nota de ello el 14 de diciembre de 1975.

La pregunta no solo está mal planteada, sino que induce al error en las audiencias. Los espectadores, que tienen derecho a recibir información correcta y veraz, debieran recibir elementos suficientes para sacar sus conclusiones, pero en cambio, reciben desinformación y hechos manipulados. Es difícil, ante las deficiencias informativas recurrentes, propender a sociedades más formadas y mejor informadas, aquello que podría entenderse como una opinión pública, al nivel de la opinión internacional en general, a la altura de los desafíos que imponen las diferentes realidades que enfrentamos.

Sin embargo, la desafortunada pregunta estaba relacionada con la toma de posición de Pablo Iglesias en su Twitter, en favor del movimiento armado de corte totalitario Frente Polisario. El vicepresidente había hecho referencia a la tensión en la zona de Guerguerat, frontera con Mauritania, después de que Marruecos pusiera fin al bloqueo del Polisario y ese movimiento diera por roto el alto el fuego. En su Twitter Iglesias señaló que la ONU Reitera su empeño en que se celebre, sin más demora, un referéndum libre, limpio e imparcial para la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental”, referenciando la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del 13 de enero de 1995.

Colgar esa resolución sin ningún contexto histórico sobre la controversia del Sahara no es una omisión inocente. Iglesias fomenta la desinformación e impone su mirada maniquea y binaria del contencioso. Según esta Marruecos es “el malo” de la película y quien incumple la legalidad internacional, frente “al bueno” y sufrido Frente Polisario. Un movimiento subversivo que perpetró acciones terroristas en contra de ciudadanos españoles y sus bienes, pero que según la particular forma de interpretar las realidades por parte del vicepresidente español ese movimiento no solo es el actor “bueno”, sino que de victimario pasó a “víctima”. Huelga decir que la citada resolución no solo está fuera de contexto, sino que además está completamente desfasada y caduca. Pablo Iglesias, vicepresidente del gobierno y líder de una formación política, lo sabe. La política no es inocente, aunque el líder político se permita la ligereza de hacer afirmaciones sin fundamento.

Desde hace ya veinte años, a partir del año 2000, ninguna resolución del Consejo de Seguridad hace referencia a ningún referéndum. El Plan de Arreglo presentado por Javier Pérez de Cuellar, que contemplaba el referéndum como forma de autodeterminación, lo consideró inaplicable después de diez años de intentos fallidos. El Plan con su referéndum fue sustituido por el “acuerdo marco” presentado por James Baker en 2001. Un proyecto de acuerdo que descarta las dos opciones maximalistas: la independencia o la integración totales optando por una autonomía, como tercera vía.

Como contrapropuesta, el presidente de Argelia Abdelaziz Bouteflika presentó en nombre de Argelia y del Polisario una propuesta para el reparto del Sahara que Marruecos rechazó. Seis meses después, James Baker presentó otro plan sin éxito. Para desbloquear la situación, Marruecos ofreció una propuesta basada en una amplia autonomía. La iniciativa fue consultada y consensuada con la población saharaui a través de sus representantes políticos y sociales, parlamentarios, concejales en ayuntamientos y destacados miembros de la sociedad civil saharaui. Esta iniciativa fue presentada al Secretario General de la ONU el 11 de abril de 2007 y ha sido acogida con el beneplácito unánime de todos los miembros del Consejo de Seguridad. Desde esa fecha hasta hoy, todas las resoluciones del Consejo de Seguridad hacen referencia a la iniciativa de autonomía propuesta por Marruecos. El Consejo de Seguridad lo ha expresado así: “acogiendo con beneplácito la seriedad y credibilidad de los esfuerzos de Marruecos por hacer avanzar el proceso hacia una solución”.

Si antes de colgar la obsoleta resolución 973 del 13 de enero de 1995 el vicepresidente Pablo Iglesias hubiese consultado con el ministerio de Asuntos Exteriores, desde esa cartera se le hubiese advertido el error que se aprestaba a cometer.

Habitualmente siempre se citan las últimas resoluciones del Consejo de Seguridad precisamente para evitar las referencias caducas. Por ello sorprende que en vez de citar las resoluciones recientes, vigentes y actuales el vicepresidente español cité una resolución de hace 25 años, como si no hubiera ocurrido nada con el contencioso en un cuarto de siglo, para ya no hablar de la transformación del territorio disputado. Todas las resoluciones del Consejo de Seguridad en los años transcurridos del siglo XXI expresan “la necesidad de lograr una solución política, realista, viable y duradera para la cuestión del Sáhara Occidental basada en la avenencia”.

Pablo Iglesias, pretendió aclarar cuando en realidad oscurecía la realidad, le dijo a La Sexta que no estaba tomando posición porque cuando alguien cita un texto legal “no está tomando una posición política, está recordando una norma de obligado cumplimiento”. Un recordatorio que carece de fundamento y que está fuera del lugar, con mayor razón para un funcionario de su rango en el gobierno español. ¿Cómo se puede valorar que un responsable político, otrora académico de una prestigiosa universidad, edifique sobre falso su pretendido recordatorio omitiendo todos los aspectos del dossier? Iglesias habla de “una norma de obligado cumplimiento” cuando en realidad exhibe su ignorancia del dossier del Sahara o su dogmatismo. O ambas.

Más allá del erróneo recordatorio, Iglesias muestra confusión entre el capítulo VI y el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. La cuestión del ex Sahara español se trata en el Consejo de Seguridad conforme el Capítulo VI que se refiere al arreglo pacífico de las controversias donde no hay esa pretendida norma de obligado cumplimiento.

Por ello, en Marruecos es poco creíble para no decir que carece de toda credibilidad el no posicionamiento de Pablo Iglesias: “sobre este asunto” porque “me toca ser prudente y me toca ser respetuoso con las competencias de cada quien, pero sí me he permitido recordar lo que dijo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. En Marruecos, el erróneo recordatorio de Pablo Iglesias se toma como un desafortunado posicionamiento con evidente alineamiento en favor del régimen militar de Argelia y del movimiento totalitario Frente Polisario. Un alineamiento que no mide el costo en la relación entre dos países que no solo son vecinos, sino socios estratégicos como España y Marruecos. ¿Cuál es el sentido práctico de apostar a dañar o afectar en alguna medida la relación bilateral enfrentando a los gobiernos de ambos países? Para la opinión publica marroquí este no ha sido un intento fortuito y baladí, sino premeditado y precedido, a comienzos de este año, por otro y del mismo modo.

Fue, paradójicamente, un intento desde el mismo gobierno de España, que preside el socialista Pedro Sánchez y que forzó a actuar a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, con extraordinario profesionalismo, tuvo que hacer de bombero para sofocar el fuego provocado por, nada menos que, el segundo a bordo del mismo gobierno y líder de Unidas Podemos.

Reunión del secretario de Estado con la “ministra de la RASD”

En Marruecos aún recuerdan ese mes de febrero, este mismo año, cuando se atentó contra las buenas relaciones de amistad, vecindad y cooperación entre España y Marruecos, que se han mantenido mediante el Tratado firmado el 4 de julio de 1991. Recuérdese que el número dos de Podemos, Nacho Álvarez, en su calidad de Secretario de Estado de Derechos Sociales se reunió con Suilma Hay Emhamed Salem, la «ministra» de Asuntos Sociales de la autoproclamada “RASD”, entidad que España como la mayoría de los países del mundo no reconoce, salvo agrupaciones de izquierda con marcada orientación populista como Unidas Podemos e Izquierda Unida. Además, lo publicó en su Twitter personal y en el institucional de la Secretaría de Estado. Cuando estalló la tormenta tuvo que borrar ambas publicaciones y las fotos que había adjuntado. En Marruecos no solo suscitó el rechazo del gobierno sino un malestar general que recogió la prensa en su titulares y artículos. Un diario marroquí con indignación recordó que Marruecos “nunca ha tenido injerencia en los asuntos internos de España, un país que se enfrenta a las veleidades independentistas de Cataluña”. 

En Marruecos están convencidos de que estas manifestaciones de miembros del gobierno son un claro y evidente posicionamiento, a pesar de que Pablo Iglesias diga lo contrario. Posicionamiento y alineación que no obedecen a los pretendidos derechos que alegan, sino a razones ideológicas. No está de más recordarle a esas agrupaciones políticas que los marroquíes todavía guardan comunicados y declaraciones de los comunistas españoles que expresaban su solidaridad con Marruecos, sí, haciendo suyas las reivindicaciones marroquíes. Entre estas, se puede citar la declaración de abril 1961 en la que al PCE afirmaba: “En el caso de los peñones de Ifni, Sequiet el Hamra y Rio de Oro, la legitimidad de las reclamaciones marroquíes ofrece aún menos discusión”.  Los marroquíes, incluidos muchos saharauis, no pueden entender este cambio radical de la izquierda española, la única explicación que cabe es que entonces había un Franco en España que ya desapareció y en el Magreb por esas fechas la lucha del pueblo argelino por la independencia no había culminado y todavía no se había producido el asalto al poder por parte del coronel Boumedian que instauró su régimen totalitario, basado en el populismo y la demagogia bajo ropaje del progresismo y que escondía un expansionismo hacia el Sahara para alcanzar el Atlántico, ya con los ojos bien puestos en Canarias. Para el Sahara, Argel creó el Polisario y para Canarias el IMPAYAC. Desde entonces, el comunismo españolñ abandonó y declinó su apoyo a Marruecos, alineándose con Argel y el régimen fallido de los militares argelinos.

En Marruecos, incluidos los saharauis, no se entiende cómo España o una parte de los españoles olvidaron que, en esos territorios del Sahara, las mismas autoridades españolas desde Tetuán -el área administrativa de la que dependía el Sahara-, instaban a que los rezos de los viernes en esos territorios se hicieran en nombre del Jalifa del Sultán de Marruecos. Y, para quienes lo dudan, aquí pueden corroborarlo. Más allá de los discursos y de los alineamientos velados o manifiestos de cierta izquierda española con Argel y el Polisario, a Marruecos lo respaldan la historia, los hechos, los argumentos.

 CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©

Diciembre 2020

Jamal Eddine Mechbal (Magreb)

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