
Las relaciones y pugnas de poder entre los países del Magreb —han pasado casi desapercibidas para la opinión pública latinoamericana pero— no son desconocidas por los diplomáticos de Iberoamérica. Algunos sugieren o reconocen que la pervivencia del diferendo del Sahara Occidental se inscribe en la histórica tensión entre Argelia y Marruecos por la hegemonía en el norte de África. La que no ha sido ignorada —al menos por los cubanos— es la relación entre Cuba y Argelia. Roberto Álvarez Quiñones, periodista cubano, explica que Argelia ha sido uno de los aliados más fuertes del castrismo en todo el mundo y viceversa. Prueba de ello es que hubo «tropas cubanas en 1963 [que] intervinieron militarmente con tanques de guerra a favor de Argelia en combates contra Marruecos». Más tarde, Cuba supo posicionarse del lado argelino en el conflicto del Sahara y ha trabado relación a diferentes niveles con el Frente Polisario.
En 1977, una delegación del Partido Comunista de Cuba visitó Tinduf por invitación del Frente Polisario. En enero de 1980, Cuba reconoció la autodenominada República Árabe Saharaui Democrática —RASD— y estableció relaciones formales con el Polisario. Sin embargo, no fue Cuba el primer país de América Latina en reconocer esa entidad. El diario El País (España), en la edición impresa del martes 22 de enero de 1980, menciona que a Cuba le precedieron veinte países africanos, nueve latinoamericanos y seis asiáticos. «En Cuba la población ignora que el «desinteresado» y «patriótico» apoyo de Argel al Polisario es porque quiere tener una salida a las costas del Atlántico», puntualiza Álvarez Quiñones[1]. Saharauis —que dejaron Tinduf y retornaron a Marruecos— destacan que, desde 1979, hubo cuadros políticos del Polisario que fueron a formarse a Cuba. Al poco tiempo, el Polisario empezó a enviar contingentes de niños saharauis a la Isla de la Juventud.
Muchos elementos han sido ignorados en América Latina a la hora de abordar el conflicto del Sahara. Por ejemplo, cuestiones históricas previas a la administración española de ese territorio; o, el hecho de que Marruecos, desde su independencia (1956), estuvo reclamándole a España su soberanía sobre diferentes territorios. De hecho, fue Marruecos quien registró el Sahara como territorio no autónomo ante la IV Comisión de Naciones Unidas y en el marco de su exigencia a España sobre este y otros territorios. El país magrebí llevó su enérgica demanda ante Naciones Unidas como se puede observar en el documento de la 1005 sesión de la IV Comisión, celebrada el viernes 7 de octubre de 1960. A este respecto —territorios objeto de controversia— también resulta ilustrativa la respuesta del representante de España durante la 1048 sesión de la IV Comisión, desarrollada el 11 de noviembre de 1960. En esa ocasión, el diplomático español afirmó la voluntad de su país para llegar a un acuerdo a través de la negociación bilateral entre países amigos y, recordó que para estos, la puerta de la negociación estaba abierta. Todo esto tuvo lugar muchos años antes de la emergencia del Frente Polisario (1973) y de su posterior reclamación de independencia o del establecimiento del régimen de partido único en Tinduf y de su república fantasma.
Juan Antonio Blanco, ex diplomático cubano, sugiere respecto a la relación del Frente Polisario con Cuba «el hecho conocido de que ella se deriva de la alianza temprana (y hasta el presente) de La Habana con Argelia que es el verdadero promotor de esa entidad y yo incluso diría que del invento de reclamar la independencia de ese territorio. En la búsqueda de legitimidad internacional para el Frente Polisario, Argelia y Cuba trabajaron juntas para impulsarla a través de los No Alineados y desde esa plataforma a las instituciones multilaterales»[2]. Los delegados del Polisario en La Habana «vivían con comodidades, favores y reconocimientos que no tenían otros diplomáticos debidamente acreditados», según pudo observar Álvarez Quiñones mientras vivía en la isla. «En 1980, Cuba rompió las relaciones diplomáticas con Marruecos, debido al conflicto del Sahara Occidental. En 2017 se reanudaron esas relaciones, y estuvo en La Habana el rey Mohamed VI (pocos días antes de la reanudación de relaciones bilaterales)», sostiene el periodista cubano.

En mayo de 2017, Marcelino Medina González, Viceministro Primero de Relaciones Exteriores de Cuba, ratificó en Tinduf el apoyo de Cuba a esa entidad y, a finales de mayo, Raúl Castro recibió a Brahim Ghali, quien asumió como Secretario General del Frente Polisario tras la muerte de Mohamed Abdelaziz. Durante el encuentro, Castro y Ghali acordaron fortalecer vínculos. No obstante, no hay mayores detalles sobre las relaciones de Cuba simultáneamente con el Polisario y con Marruecos. Álvarez Quiñones infiere que: «El régimen cubano no se va a olvidar del Polisario, pero ya no tendrá la importancia política que tuvo siempre. No lo olvidará del todo porque su alianza política con Argelia se lo impide. El castrismo necesita que Argelia le venda petróleo con descuento y facilidades de pago. Y otros favores económicos y políticos».
Al día de hoy, muchos países han retirado o suspendido el reconocimiento a la RASD e instan a la resolución de la cuestión del Sahara en el marco de las Naciones Unidas. El Polisario conserva algunos apoyos en África —aunque cada día son menos— y en América Latina donde tiene respaldo —principal y casi que exclusivamente— de los países del ALBA. Por ello, no ha de extrañar que Cuba, Venezuela y Argelia todavía impulsen al Polisario, como puede corroborarse anualmente en las sesiones de la IV Comisión de Naciones Unidas, en las que el delegado del Polisario, Ahmed Bujari —quien no tiene estatus de represente diplomático— es un peticionario más que participa —previa inscripción— con los otros activistas, académicos, periodistas, analistas y consultores que asisten para pronunciarse sobre los territorios no autónomos.
Clara Riveros
CPLATAM -Análisis Político en América Latina-
Marzo, 2018
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